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Gastroguía de Marbella y la Costa del Sol: qué comer en las playas malagueñas (y qué restaurantes no debes perderte)

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Gastroguía de Marbella y la Costa del Sol: qué comer en las playas malagueñas (y qué restaurantes no debes perderte)

Bendecida por más de 300 días de sol al año, la costa malagueña tiene bien merecido el sobrenombre del que presume, que se ha convertido en un reclamo de primer orden para la zona pero también para el resto de la región.

Comprendida por todo el litoral de Málaga, desde la parte oriental, en Nerja y Maro, cerca de Granada, hasta la occidental, limitando con la provincia de Cádiz tras pasar Casares y Manilva, son muchos los municipios que además han puesto en el mapa gastronómico a la región.

Importante foco turístico, sobre todo hacia el oeste de la capital con ciudades como Marbella, Estepona, Fuengirola, Benalmádena o Torremolinos concentran también la mayor parte de restaurantes de la región, ejerciendo como elemento impulsor para la economía local, dependiente del viajero.

Es, evidentemente, gastronomía de costa y playa, radicada con mucha fuerza en los chiringuitos. Estos, estandartes y reclamos de lo culinario, rompen así una lanza en favor de una cocina sencilla pero de producto de proximidad y calidad, que poco o nada tienen que ver con el tópico que les pudiera perseguir de mala calidad.

Los 5 platos más típicos de la gastronomía costasoleña

Agraciada con el clima, que permite que sus huertas tengan una gran potencia durante todo el año, y protegidas por el Mediterráneo, los platos de la Costa del Sol tienen en común su frescura, su temporalidad y una gran importancia de todo lo que provenga del mar.

Es tierra de espetos de sardinas, de boquerones, de quisquillas y de concha finas pero también de los pimientos de la Vega del Guadalhorce o de las zanahorias morás de la Vega del Genil, de los almendros del interior, de los tomates huevo de toro de Coín o como no, del creciente mercado de frutas tropicales de aguacates y mangos. Atrás no quedan tampoco los melocotones de Periana, las uvas, las chirimoyas, las uvas pasas y los vinos dulces, aunque cada vez más encontramos buenas apuestas, sobre todo en las sierras, de otro tipo de vinos.

A ello se suma también productos derivados del cerdo como la zurrapa de lomo, la manteca colorá o el lomo de orza, sumados a uno de los arquetipos de la chicha malagueña como es el chivo lechal. Un conjunto que hace siempre buena compañía con los panes de la región como los molletes o los panes catetos.

Todo ello combinado con una creciente oferta turística que ha atraído también a viajeros internacionales de alto poder adquisitivo que han propiciado también ese crecimiento gastronómico, haciendo confluir a restaurantes con estrella Michelin,, chefs de fama mundial como Dani García, apuestas locales, chiringuitos a pie de playa de mucha calidad y restaurantes tradicionales-

En resumen, una región, más allá de la capital, que tiene una pujanza culinaria importantísima y que merece la pena recorrer en cualquier momento del año.

Espeto

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Los espetos de sardinas son la bandera de la costa malagueña y de ellos ya te hemos hablado en alguna ocasión. Su mejor temporada se da en verano, cuando las sardinas llegan con más grasa a los mercados, siendo sólo necesarios asarlos inclinados sobre las brasas.

Son frecuentes en chiringuitos pero también en la alta restauración, que no ha renegado de esta costumbre tan arraigada y deseada. La clave, disfrutarlos calentitos, recién hechos y comerlos con las manos (el limón que acompaña, mejor para desgrasar los dedos).

Además, no sólo las sardinas forman parte del espeto, ya que hablamos de un modo de elaboración, siendo posible encontrar otros pescados como salmonetes, urtas, rodaballos o lubinas.

Fritura de pescado o pescaíto frito

Pescaito Frito

Es el otro gran estandarte, no sólo del chiringuito, sino de toda la cocina malagueña. La fritura es casi una religión en toda Andalucía y en Málaga y la Costa del Sol es uno de los imanes que atraen a los mejores paladares. No suelen faltar en ella los boquerones, los chopitos (aunque también llamado choco o coquito) o las puntillitas (calamar picudo).

También es frecuente encontrar sonsos, calamaritos, chanquetes, según mercado y en según qué restaurantes, otras joyas como los salmonetes o las pijotas, todos ellos pescados en el mar de Alborán. Las recetas son sencillas pero dominarlas no es fácil aunque se ha de contar con buena mano, buen pescado y ser muy justo y limpio con la harina y con el aceite, que debe ser un buen aceite de oliva.

Ajoblanco

Ajoblanco

Andalucía es la patria de las sopas frías y aunque el gazpacho esté arraigado en toda la geografía, Málaga tiene sus particularidades como la porra antequerana y el ajoblanco, una especie de gazpacho elaborado con almendras.

Su característica principal es su blancura y tiene un sabor elegante, al que le va muy bien ser acompañado de, por ejemplo, uva fresca de la variedad moscatel, que combina bien por sus toques golosos.

Marisco

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Las lonjas malagueñas, desde Vélez-Málaga hasta Fuengirola y Estepona, son casi boutiques de lujo donde el marisco local también reivindica su presencia. Son zonas donde encontrar las famosas conchas finas (en la imagen superior)y las coquinas pero quisquillas, bígaros, búsanos (llamados cañaíllas o cañadillas en otras zonas de la costa andaluza) también hacen acto de presencia.

Justa fama tienen también las gambas blancas, aunque no tienen en tamaño que suelen alcanzar en Huelva. También durante el verano podemos encontrar buenas cigalas o las almejas, pudiendo prepararse que pueden prepararse a la marenga, una salsa marinera con tomate y vino blanco.

Chivo lechal

No todo es mar en la gastronomía malagueña y la prueba la encontramos en el chivo, un tesoro culinario que trasciende de la sierra a los restaurantes de costa. En sus preparaciones más habituales está el asado al horno o hecho al ajillo, aunque otras recetas, más en desuso pero muy sabrosas, son las del chivo a la pastoril o con salsa de almendras.

Pertenecen a una raza exclusiva: la cabra malagueña, apreciada por su versatilidad y por su fácil adaptación al medio, siendo buena tanto para la producción de leche como para la de carne. Para asegurar su procedencia y estirpe cuenta con la marca de garantía Chivo Lechal Malagueño y los animales tienen un mes de edad, con pesos en canal de cuatro a seis kilos.

Bares de raciones y tapas

Chopitps

Como todo reclamo turístico, la Costa del Sol también se enfrenta a ese pupurrí de oferta de restauración abrumadora que te abordará calle a calle durante el verano. Supuestas tabernas típicas, restaurantes italianos de batalla, fast food de a saber qué país o coquetos y bien puestos locales modernos que así tapan sus vergüenzas culinarias.

En nuestra búsqueda hemos procurado no tropezar con ese tipo de locales que campan a sus anchas por todos los litorales españoles y el centro de las ciudades. Desde Marbella, epicentro de la región al oeste de Málaga, y secundada por Fuengirola, Benalmádena, Torremolinos o Estepona, comer bien en la Costa del y no salir escamoteado es posible y lo demostramos.

Lobito de Mar, Marbella

Dos son las propuestas (Lobito de Mar y BiBo), digamos asequibles, que Dani García, el chef más importante de la provincia de Málaga tiene en Marbella. Lobito de Mar (del que también abrió una segunda parte en Madrid) tiene ese alma de chiringuito y allí García ha apostado por dar una oferta que combina la barra con la sala.

En la barra no se deben perder de vista los pimientos de piquillo rellenos de bacalao, la ensaladilla rusa o la gilda a la andaluza con boquerón en vinagre. Con más ciencia están el pisto de calamar a la romana y la lasaña de buey de mar.

Si se da el salto a la sala encontraremos mucha pesca del día y bastante brasa -que eleva el ticket medio- pero también tentaciones más económicas como las frituras, las tortillas terminadas en mesa o los arroces, siendo especialmente curioso el de anguila ahumada con lardo y alga nori.

Av. Bulevar Príncipe Alfonso de Hohenlohe, 178, Marbella.

Back Tapas Bar, Marbella

Tras varios años acompañando a Dani García, David Olivas se inició con esta aventura en solitario que emergió de una cocina mediterránea y creativa orientada al mundo de las tapas.

Ahora también da menús degustación y propuestas más de sala pero las tapas permanecen, formando parte del núcleo duro de su oferta. Es un lugar distinto y la propuesta es de alta cocina asequible donde no conviene perder de vista a las ortiguillas fritas en cald de callos, el calamar con caldo de su tinta, los buñuelos de queso payoyo o el croissant de centolla.

Eso sí, en verano, como no podía ser de otra manera, conseguir una mesa o un sitio en la barra es una odisea por lo que mejor asegurarse la plaza por teléfono.

Calle Pablo Casals, 8, Marbella.

Taberna Gaspar, Marbella

El Gaspar, como popularmente se le llama, forma parte de ese corazón marbellí que se nutre de clientes locales y donde tocan muchos palos gastronómicos con bastante acierto.

Se da bien el terreno de los guisos y en ellas no deben perderse de vista los callos o las albóndigas aunque hay que estar pendiente a la carta, literalmente, porque cambia todos los días y es práctico estar pendiente de las sugerencias del día.

No faltan ensaladas, una tortilla de patatas de calidad, croquetas -aunque vuelan- y boquerones fritos en temporada que se pueden comer como pipas.

Calle del notario Luis Oliver, 19, Marbella.

Divinisimo, Marbella

No te dejes guiar sólo por el nombre y por ello creas que entras en un lugar pretencioso y poco pendiente de la comida. José Soto y Carme Battlé son los artistas que han fundido Málaga y Cataluña en este lugar joven pero con mucho futuro.

Interesantes canelones, buenos arroces y algunos platos de más índole malagueña, como es el chivo lechal o las quisquillas. Tampoco conviene perder de vista, en temporada, a sus alcachofas con almejas y a los guisantes con calamares.

Avenida del Mar, 3, Marbella.

Los Manueles, Fuengirola

Más de 40 años de historia reivindican a esta casa que se ha convertido en un básico de Fuengirola. Evidentemente, tienen una buena oferta de productos del mar y también dan juego a los ibéricos cortados a mano in situ y a carnes a la brasa.

De la cocina no conviene perderse los pimientos del piquillo rellenos de marisco, los curiosos langostinos al pil pil o recetas más contemporáneas como el tartar de atún y aguacate. Si se pasa a la sala, es casi obligado pedir el rabo de toro guisado o el jarrete y, en temporada, unas alcachofas con jamón y langostinos que incitan a seguir pringando pan.

Avenida de Mijas, 24, Fuengirola.

La Abacería de David, Fuengirola

Cuatro años en el centro de Fuengirola les convierten en unos 'novatos' dentro de estas lides pero eso no impide que su cocina franca y libre de pretensiones sea un buen reclamo para el que esté en la zona.

Mención de honor merecen las albóndigas, jugosas y con una salsa que invita a repetir, y una especie de predilección por el bacalao que se traslada a sus cazuelitas y guisos pero también, como peculiaridad, al tartar de bacalao, una curiosidad poco frecuente.

Calle Marconi, 14, Fuengirola.

Tabanko El Callejón, Fuengirola

Con la frescura que reivindica un tabanco, El Callejón no defrauda en una propuesta para los que busquen un perfil clásico fuera de Fuengirola playa.

Lo habitual es recurrir a la artillería pesada de las gambas blancas y los alistados, amén de otros crustáceos como los carabineros. En la parte de la carne bien vale apostar por la la hamburguesa de rabo de toro y por el embutido.

Como nota diferencial y de color, el gazpachuelo también merece una buena oportunidad. Además, en verano no conviene prescindir de las ensaladas de tomate que también están al pie del cañón.

Av. Condes de San Isidro, 55, Fuengirola

El Laberinto by Balta, Fuengirola

Baltasar Díaz es el hombre orquesta de este local en el centro de Fuengirola, apostando por una propuesta de tapeo y raciones que se sale de lo habitual, fiel a lo que ha aprendido en su andadura culinaria junto a chefs como Martín Berasategui o Santi Santamaría.

La carta de El Laberinto es corta, irónico porque no te pierdes en ella, pero muy viajera, ideal para los que llevan varios días en la zona y quieren salir del pescaíto frito pero sin perder de vista el producto.

Brocheta de langostinos y cúrcuma, ajoblanco con helado de pasas y ron, solomillito al whisky, arepa venezolana con pollo asado y el curioso bocatita de cabeza de jabalí con sardina y piparras, con ese deje vasco de Berasategui. Mención especial para los fuera de carta cotidianos, algo que siempre se debe tener en cuenta.

Calle de Marbella, 19, Fuengirola.

Mesón Casa Orta, Estepona

Cerca de la esteponera plaza del Huevo, el Mesón Casa Orta se yergue como un lugar en lo que lo tradicional se trabaja con mimo, siendo su punto fuerte el recetario más clásico como las manitas de cordero, las migas o los caracoles siempre que estos estén en temporada.

También se suelen trabajar carrilladas y rabos de toro, arquetipos de la cocina de cazuela andaluza y una buena forma de alejarse del bullicio costero a este local que destila aroma de sevillanas y palos flamencos.

Calle de Rocío Jurado, 15, Estepona.

Chiringuitos

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Desmontemos el topicazo de los malos chiringuitos y reconozcamos que, aunque estén a pie de playa, pueden ser restaurantes de alto copete. Su especialidad siempre está en los mariscos y pescados del día, además de las frituras y son otra forma igual de valida y sabrosa de disfrutar de una buena cocina.

Tampoco chiringuito es un sinónimo de comida barata o precios bajos, ya que dependerá de la comanda y es que no es lo mismo recurrir a un espeto de sardinas y dos cervezas que a langostas y champán, que haberlos haylos.

Otro cantar es diferenciar chiringuito de restaurante para lo cual nos vamos a valer de dos clasificaciones muy sencillas: si están en la propia playa y si su oferta gastronómica está basada en espetos y frituras.

José Cerdán, Torremolinos

50 van a ser los años que este icono de Torremolinos cumpla en 2022 y sigue con la misma fuerza que entonces. Evidentemente, las especialidades de la casa son las frituras, donde prácticamente todo el mar es susceptible de pasar por sus enharinados y sartenes.

Además, también es un buen lugar para probar otras especialidades malacitanas como los espetos, la porra antequerana, el gazpachuelo o las cotizadas berenjenas con miel de caña de Frigiliana.

Playamar, Paseo Marítimo, 13, Torremolinos.

La Cepa Playa, Fuengirola

Es casi imposible hacer lista de los mejores chiringuitos de la Costa del Sol y no mencionar a La Cepa Playa. Con más de 60 años cumplidos (se fundó en 1959, aunque con otro nombre), La Cepa es otro de esos imanes en los que los espetos de caña presiden sus jábegas.

Manda la sardina pero también se espetan pescados de mayor tamaño como róbalos, doradas o jureles. Como buen local playero, los arroces también se trabajan, siendo el de bogavante el más espectacular.

Sin embargo, si nos tenemos que quedar con algo de La Cepa, además de su buen ambiente, es con sus boquerones fritos y el pulpo al espeto, que resulta curioso y al que el toque crujiente de la brasa le viene de perlas.

Paseo Marítimo Rey de España, Frente a Hotel Florida Spa, Fuengirola.

Los Marinos Paco, Fuengirola

Los Marinos saldrán por partida doble en esta gastroguía. Primero, 'Paco', la casa madre, donde desde 1977 llevan espetando y friendo algunos de los mejores pescados de la Costa del Sol. Chiringuito a pie de playa pero también con comedor cubierto, Los Marinos Paco es un emblema y, contra lo que muchos piensan, un lugar donde comer bien y no salir escaldado económicamente.

Amén de sus espetos, no conviene dejar de lado la dorada a la sal y sus frituras, en especial los salmonetitos y los jureles. Buena selección de mariscos cocidos y otras opciones para el horno y a la sal hacen de ellos un reclamo con el que siempre acertar.

En temporada alta se llena bastante y conseguir mesa puede ser un reto, así que mejor asegurar el tiro con una llamada previa o con la reserva.

Paseo Marítimo Rey de España, 158, Fuengirola. Teléfono: 952 66 13 20.

El Madero, Estepona

Hacemos hueco a Estepona en la lista con otro imprescindible de la Costa del Sol. Ubicado en la playa de la Rada, El Madero enarbola también el espeto como referente para atraer al cliente español y al viajero.

Su truco está en usar leña de naranjo para sus brasas, que le otorga un matiz particular, algo más dulce, a sus espetos -de hecho, ganaron el premio al Mejor Espeto de la Costa del Sol en 2017-. Allí no sólo viven de sardinas, espetando también doradas, lubinas y algo inusual: gambones.

Fuera de ellos conviene hacer un alto para descubrir su cazón en adobo o los langostinos al pilpil. Junto a ellos, arroces y carnes y una carta en la que también hay guiños de cocina internacional por si queremos alejarnos de lo malagueño -aunque, ¿quién osaría tal cosa?-.

Av. España, 69, Estepona. Teléfono: 951 26 48 31

Los Mellizos-Saint Tropez, Benalmádena

Los Mellizos son sinónimo de años de tradición y de saber hacer y este, el Saint Tropez, es el primero de este emporio gastronómico. Dominando la playa de Santa Ana en Benalmádena, Los Mellizos enarbolan espetos y pescaítos.

También se trabajan buenas parrillas, tanto de carne como de pescado, y algunas curiosidades ya icónicas de la casa como la urta a la roteña, rara de ver en esta parte de Andalucía, los chanquetes con huevo frito y los fideos con rape y almejas

Además hay una buena oferta de arroces e incluso otras preparaciones como merluzas y bacalaos que no suelen abundar por las costas malagueña.

Playa de Santa Ana, s/n, Benalmádena, 952 44 22 18.

Los Leones, Torremolinos

Abrió sus puertas en 1963 y desde entonces ha hecho del espeto su santo y seña. Situado en plena playa de la Carihuela, una de las más icónicas de la localidad, Los Leones también cuenta con un sercicio de hamacas para los que quieran alargar el día en una siesta playera.

Buenos pescaítos fritos, en especial los boquerones, espetos y fueras de carta con la pesca del día -que también elevan el precio pero merecen la pena- forman parte de este arsenal marino indispensable de Torremolinos.

Paseo Marítimo La Carihuela, Calle Nerja, s/n, Torremolinos. Teléfono: 952 37 43 13.

El Ancla, San Pedro Alcántara

La frontera entre chiringuito y beach club puede parecer sólo una cuestión semántica y son también muchos los que creen que un beach club, por ese rimbombante nombre, no se puede comer bien.

En El Ancla se demuestra que beach club y buena mesa no están reñidos aunque el precio medio es mayor que en un chiringuito tradicional -y el despliegue de medios y entorno también-.

Buenas frituras, mariscos frescos y a la plancha, un recital de atún rojo salvaje de JC Mackintosh y entrantes de cocina más elaborada hacen que la línea entre restaurante y chiringuito sea difícil de descubrir.

El Ancla, Av. Carmen Sevilla, s/n. San Pedro de Alcántara. Teléfono:952 78 93 28.

Aquí te quiero ver, Marbella

Otras cuatro décadas contemplan a otro de los míticos chiringuitos de la Costa del Sol. En este caso oficia la familia Cortés (tercer generación ya), que se encarga de dar salida a una carta breve pero refrescante.

Aquí encontramos espetos, frituras, buenos arroces, pescados del día y algunos platos que merece la pena probar como los mejillones al jerez o los langostinos al curry verde.

Además, está en una zona no tan concurrida por lo que es fácil pasar un rato más tranquilo de lo habitual siempre que hablamos de la Costa del Sol.

Playa Real Zaragoza, Calle Atenea, s/n, Marbella. Teléfono: 952 83 45 54.

Restaurantes donde comer bien y barato

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Comer bien en la Costa del Sol es fácil; bien y barato, no tanto. De nuevo topamos con tickets medio que pueden ser más o menos abultados en función de lo que queramos. Además, teniendo en cuenta el perfil adquisitivo de la zona y la abundancia de hoteles de cinco estrellas y restaurantes con estrella Michelin, hemos de tener claro que el significado de "bien y barato" será distinto al de otras zonas de España y donde los chollos o regalos no abundan.

En nuestra selección hemos apostado por restaurantes en los que esa premisa, siempre que no vayamos a lo más caro de la carta, se cumplen a la perfección porque, estemos donde estemos, si vamos a chuleta de vaca, jamón ibérico u ostras, la comanda se disparará.

El Bodegón, La Caleta de Velez

Una De Las Especialidades De El Bodegon El Pollo A La Rana C Taberna El Bodegon Una de las especialidades de El Bodegón: el pollo a la rana. © Taberna El Bodegón

Hay cierto deje de chiringuito en El Bodegón, donde la brasa es la protagonista, como en la mayoría de chiringuitos, apostando por un buen espeto. Sin embargo, no está a pie de playa y tiene algunas singularidades que le convierten en una apuesta segura y asequible.

La otra especialidad del local es el pollo a la rana (también podemos llamarlo mariposa), que se marca sobre la parrilla y que tiene muy buena aceptación. Además, presentan también otras carnes y la habitual panoplia de pescados que encontramos en la costa, destacándose también los espetos de chopos (sepias) y de calamar.

Calle Real, 21, Caleta de Vélez. Teléfono: 952 550 662

Taberna Miguel Estepona

No sólo de playa vive Estepona y no hace falta que caigamos en ningún local casi en la arena para comer bien. Taberna Miguel es uno de esos locales, además de tener un particular encanto que también encadilará al turista porque tiene aires de patio andaluz.

La carta, aunque ecléctica, sabe disponer con acierto platos que engancharán al viajero internacional y al cliente español. Riñones al jerez, langostinos al pil-pil y rabo de toro encabezan lo patrio mientras que las crepes, algunas preparaciones orientales con atún y las ensaladas frescas tocarán las papilas gustativas de todos los paladares.

Entre medias, mucha fritura de pescado y brasas en las que carne y la lonja del día encuentran hueco y tentarán a cualquier tipo de comensal.

Como detalle importante cabe mencionar una bodega muy bien surtida para lo que puede estilarse en zonas de costa, con más de 100 referencias (incluyendo vinos de Jerez) y que es un plus importante para decantarse a la hora de cenar.

Calle Caridad, 30. Estepona.

El Mirlo Blanco, Mijas

Puede que uno no se ponga rumbo a la Costa del Sol para comer en un restaurante de corte vasco pero El Mirlo Blanco es una garantía en esas lides. Regentado aún hoy por la familia Auzmendi, El Mirlo Blanco es uno de esos referentes que ha sabido mimetizarse con el entorno.

Más de cincuenta años avalan la trayectoria de este restaurante en Mijas Pueblo, siendo capaces de haber asimilado algunas recetas andaluzas como el gazpacho o las frituras a un recetario de carácter norteño en el que no faltan bacalao, merluza o txipirones.

Calle Cuesta de la Villa, 2, Mijas. Teléfono: 952 48 57 00.

El figón de Montemar, Torremolinos

Cumpliendo sus bodas de plata como restaurante, El Figón destapa el tarro de las esencias del recetario tradicional, dando mucha importancia a las carnes, las cazuelas y los guisos.

No debe faltar en la comanda sus fideos con almejas y gambas, el rabo de toro o la berza a la andaluza. Quizá no sean los platos más veraniegos del mundo pero siempre son una buena forma de escapar del espeto o del pescado (aunque también los trabajan y con mucho éxito).

Av. Carlota Alessandri, 101, Torremolinos. Teléfono: 952 37 26 88.

http://www.elfigondemontemar.com/index.php?page=cocina

El Parador Playa, Benalmádena

La familia Muñoz es otro de los referentes del mundo hostelero costasoleño con sus dos locales: El Parador Pueblo y El Parador Playa. En este caso, nos vamos al costero, que además de espetos y frituras, también ha ido más allá y no lo consideraríamos sólo un chiringuito.

Un restaurante con todas las letras y con un precio asequible (si no nos vamos a lo más caro de la carta), en el que lo mejor es dejarse guiar a través de la pesca del día donde dan mucho juego los crudos como el tartar de lubina o el de gamba blanca con jugo de chivo lechal.

Buen despliegue de fritos (recomendamos las ortiguillas, si están disponibles), de pescados a la brasa y de algunas recetas curiosas como la porra de mango con gamba blanca.

Ctra. Cádiz, 131, Benalmádena. Teléfono: 951 26 49 31.

Trattoria L'Impronta, San Pedro Alcántara

Rump Steak A La Robespierre

Acertar con el tiro para ir a un italiano en la Costa del Sol no es tarea fácil. Sin embargo, L'Impronta, aunque tenga un ticket medio más elevado que la media, es un local en el que el triunfo está al alcance de la mano.

De la carta se encarga Fran Vacas, que aprendió las artes italianas de Paolo Ghirelli, un mito de la cocina italiana en Marbella, y que ha confeccionado una propuesta breve pero donde todos los platos están a la altura.

No conviene perder de vista los tagliatelle con frutos del mar o los tortelli verde de calabaza. Si se quiere poner un toque cárnico, imprescindible es el Rump steak a la Robespierre (en la imagen).

Urbanización Nueva Alcántara Edificio San Pedro del Mar, Av. Salamanca, 14, San Pedro Alcántara. Teléfono: 952 78 59 43.

Restaurante Casa Frutos, Torremolinos

Desde 1955 al pie del cañón, Casa Frutos es otro de esos estandartes donde el mar y la montaña se dan la mano en una carta sencilla, directa y en la que abundan los platos fácilmente entendibles.

Curiosas e irreprochables son sus croquetas de merluza, el potaje marengo de hinojos o, aunque no estemos en Córdoba, su flamenquín con jamón de bellota y queso de oveja. Ya en los principales hay que darle cancha al róbalo (lubina) a la plancha o a la brasa, al chivo lechal asado y al rabo de toro a la rondeña.

Avda. de la Riviera 80. Urb. Los Alamos, Torremolinos. Teléfono: 952 381 450.

Chinchín Puerto, Vélez Málaga

Aunque no tiene el abolengo de algunas de las grandes casas de pescado de la Costa del Sol, Chinchín Puerto ha entrado en el podio con un mimo al pescado y marisco del día que en pocos lugares se da con tanta pasión.

La responsable en cocina es Lourdes Villalobos, que borda la fritura (limísima, nítida y con poquísima grasa), la plancha y el marisco cocido. Prueba de ello son sus cartuchos de quisquillas, el pulpo sollao, finísimas almejas

Puerto de Caleta de Vélez, locales 3A y 4A, Caleta de Vélez. Teléfono: 952 03 04 43.

Las brasas de Alberto, Estepona

La primera parte de la carta de su carta la colman los productos del mar, dando cabida a anchoas, cocochas y gambas al pilpil, que comparten sección de entrantes con ensaladas, revueltos y unas contundentes berenjenas rellenas de carne ibérica. Preámbulo de lo que acontece después.

Fiel a ese espíritu de brasas, la especialidad del local está en el fuego y la carne, donde podemos ir del solomillo y el entrecot a la chuleta de vaca vieja, sin olvidar los frescos de ibérico. Además, algunos pescados como el bacalao frito con salsa de espárragos o el bacalao con crema de aceite y ajo ponen el contrapunto marino.

Plaza Ortiz, 9, Estepona. Teléfono: 951 70 33 17.

Aderezzo Marbella

Fernando Granda, chef del estrella Michelin Skina, y su socio Jaume Puigdengolas decidieron lanzar en el centro de Marbella una propuesta más asequible pero igual de innovadora que la que tienen en Skina.

Así surgió Aderezzo en 2015, apostando por producto local pero mucha fusión y preparaciones viajeras que van de lo malagueño a lo mexicano, pasando por lo indio o lo tailandés.

Una buena apuesta para los que quieran salir de tópicos y apostar por una cocina creativa que no deje la cartera temblando.

Plaza General Chinchilla, 2, Marbella. Teléfono: 655 64 53 19.

Restaurantes de precio alto

Lena Dani Garcia

El límite económico en la Costa del Sol está casi en lo que tu tarjeta aguante, no sólo por lo que se coma sino también y fundamentalmente por lo que se beba.

Teniendo en cuenta ubicaciones como Puerto Banús, la propia Marbella o La Zagaleta (una urbanización en Benahavís, a siete kilómetros de Marbella con algunas de las casas más caras de España) nos dan pistas de que comer, si no los podemos permitir, es bien caro en la Costa del Sol.

Sin embargo, no hace falta ser un rey saudí, un futbolista o una estrella de cine para disfrutar de algunos de los mejores restaurantes del litoral malagueño.

Leña, Marbella

Lena Dani Garcia

Dani García, estandarte de la alta cocina costasoleña, recogió los bártulos de su restaurante gastronómico con el que consiguió las tres estrellas Michelin y cambió de aires. En el mismo lugar (en el Hotel Puente Romano) ha abierto Leña, una mezcla entre asador y steakhouse en el que la carne es protagonista, junto a la brasa.

Kebabs, schnitzel, sus yakipinchos (entre espetos y yakitoris japoneses), pollo y vacuno, mucho vacuno (y algo de ibérico) que va desde solomillos y entrecots a cortes más grandes como la chuleta, el chuletón, el tomahawk o el porterhouse. Tampoco se debe perder de vista su aguacate malagueño a la brasa, las croquetas de pollo asado o la hamburguesa picada al momento y en la propia mesa.

Un recital donde el fuego lleva la batuta y el producto de primera calidad es responsable de esta nueva propuesta de García, que agradará a todos los paladares con un ticket medio razonable.

Hotel Puente Romano, Av. Bulevar Príncipe Alfonso de Hohenlohe, s/n, Marbella. Teléfono: 952 76 42 52.

Los Marinos José, Fuengirola

Antes hablamos de Los Marinos Paco y ahora toca hablar del 'hijo pequeño', a apenas 50 metros de la casa madre. Aquí oficia la última generación de los Sánchez: Pablo en cocina y José en sala y sumillería.

Entre ambos han convertido el restaurante (y no es una exageración) en uno de los mejores restaurantes de pescado y marisco de España. La bienvenida al entrar la da una mesa fría donde está el pescado del día, que marca la pauta de lo que la mar y la lonja de Fuengirola han ofrecido. Junto a ella, una bodega también para enmarcar que puede competir también con los mejores restaurantes estrella Michelin.

La mejor opción es darse al menos una vez el capricho, no prestando atención al ticket -o no más de la cuenta- y dejarse aconsejar por lo que haya entrado ese día.

El recital es casi inabarcable y todo será un éxito: frituras, brasas, plancha y cocidos para mimar a salmonetes, loritos, quisquillas, alistados, conghas finas, búsanos, cigalas, meros, urtas, róbalos, langostas chiguatas, ortiguillas de mar... El despliegue es magnífico y bien merece que uno se deje pasar por allí alguna vez, si no al año, al menos en la vida.

Paseo Marítimo Rey de España, 161. Fuengirola. Teléfono: 952661012.

La Milla, Marbella

La Milla

En seis años, Luismi Menor y César Morales han convertido La Milla en una parada imprescindible para los amantes de la buena mesa en la Costa del Sol. Oficialmente, al estar a pie de playa, podríamos denominarlo un chiringuito pero su propuesta gastronómica y enológica va mucho más allá

La carta la dominan los pescados y mariscos de las lonjas, principalmente andaluzas, que van desde Huelva hasta Almería. Producto y temporada se citan así en otro de esos restaurantes en los que conviene ponerse en mano del maître y la sala.

Hay espetos, frituras finas (espectacular la de salmonetes y la de bogavante), brasa (buenas carnes y muy buenos carabineros) y algunos platos ya clásicos de la casa como los langostinos al pilpil, el picaíllo de tomate con lomo de atún o sus arroces, como el ibérico con gamba roja.

Todo ello con la playa enfrente y hamacas con las que echar el día, literalmente, en La Milla, en un entorno idílico.

Urbanización Los Verdiales (Entre Hotel Marbella Club y Hotel Puente Romano), Marbella. Teléfono: 952 00 90 80.

ERRE & Urrechu, Marbella

Erre Urrechu

Iñigo Urrechu, después de conquistar Madrid y Pozuelo, ha iniciado también una aventura malagueña dentro del Hotel Don Pepe Gran Meliá, donde la brasa y el fuego vertebran la propuesta de la carta.

Su peculiaridad está en que cada tipo de producto se elabora con un tipo distinto de madera: de naranjo para la verdura , de olivo para el pescado y de encina para la carne.

En las carnes se nota la mano vasca de Urrechu, donde se sirven cortes de vaca frisona y de wagyu, que forman el paso final de esta carta. Antes, conviene recrearse con la lubina o el rodaballo a la bilbaína, además de los puerros con idiazábal, calabacines al pilpil o las verduras del propio huerto.

Via Hotel Don Pepe s/n, Calle José Meliá, Marbella. Teléfono: 911 36 76 04.

Skina, Marbella

Un asturiano en el sur es la definición de Marcos Granda y el idilio gastronómico que mantiene con Marbella desde hace 15 años en Skina.

Un restaurante íntimo (entre 12 y 14 comensales como máximo) y con una propuesta muy de producto pero elevándolo a alta cocina. Sin embargo, se respeta la temporada y se mima sin disfrazar las preparaciones, que le han hecho merecedor de dos estrellas Michelin (consiguiendo la segunda el año pasado).

Apostando por productores de gran nivel, desde la carne a la verdura, pasando por el pan, el pescado o las setas. Hay dos opciones, las dos de menú degustación, uno largo y otro corto en el que elegir tres platos de la carta. Además de 700 referencias de vinos, incluyendo jereces, champagnes y referencias de vinos dulces tanto franceses como húngaros de mucho prestigio.

Calle Aduar, 12, Marbella. Teléfono: 952 76 52 77.

Sollo, Fuengirola

El chef brasileño Diego Gallegos, malagueño de adopción culinaria, ha conseguido el apodo de el Chef del Caviar, y convertir su propuesta en Sollo (en el Higueron Hotel Malaga, Curio Collection by Hilton) en un viaje entre el Mediterráneo y el Atlántico donde se aprovechan muchas de las partes del esturión.

No sólo de las huevas, que sirve del caviar ecológico de Riofrío (Granada), sino también de los propios lomos del esturión. La apuesta es muy marinera, sumándose también la tilapia, el salmón o la ostra.

Sólo en degustación y con la posibilidad de acompañar el menú con más caviar, la oferta de Sollo se consolida con una bodega amplia de unos 150 vinos, con los que maridar esta cocina que funde Málaga y Brasil a través del esturión.

Av. del Higuerón, 48, Fuengirola. Teléfono: 951 50 51 01.

El Lago, Marbella

El decano de los estrella Michelin de la Costa del Sol descubre una cocina andaluza basada en el producto y donde vemos guiños a los platos tradicionales de Málaga.

Dos propuestas: una en degustación y otra en la carta, donde vemos platos como la lima rellena de zoque malagueño, la porra de remolacha y fresas, el boquerón al limón o la cigala asada con sopa viña AB.

De ello se encarga el chef Fernando Villasclaras, que también dispone en la carta otros platos de mucho carácter andaluz como la raya a la mantequilla negra, la paletilla de chivo lechal, el lomo bajo de retinta o una selección de cortes de cerdo ibérico de Ronda con solomillo, papada y carrillada.

Urb. Elviria Hills Avda. Las Cumbres s/n, Marbella. Teléfono. +34 952 832 37.

Desayuno y brunch en Marbella y la Costa del Sol

Churros

Málaga y la Costa del Sol son territorio de molletes, de pringás, de zurrapas de lomo y, como no, de tejeringos. El mundo del desayuno y la merienda en toda la provincia también implica a los míticos pitufos y a los camperos.

Churrería Ramón, Marbella

El tejeringo (lo que en buena parte de España se llama porra) es la religión de esta churrería abierta en 1941. Ubicada en el centro de Marbella, es casi un pecado no pasar por allí y llevarse media docena de estos churros.

Poco aceitosos, huecos y muy crujientes, los churros de Ramón (aunque ahora está al mando el nieto, David Navas) son una parada obligada para iniciar el día si uno está por Marbella.

Plaza de los Naranjos, 8, Marbella. Teléfono: 952 778 546.

Churrería Marbella

De los mismos mimbres es este icono, que también tiene que ver con el mítico Ramón. Podemos encontrar sus churros en dos locales, uno en Plaza de África y otro en la Plaza de la Victoria, que corren a cargo de Francisco Clavijo, nieto de Ramón.

Buen aceite, una masa equilibrada y un alveolo amplio, que las hace ligeras, convierte a sus churros en otro de los reclamos para la primera hora o para los noctámbulos que pasen por el centro de Marbella.

Plaza de África y plaza de la Victoria, Marbella. Teléfono: 646 299 267.

Fiesta, el Bar del Mercao, Marbella

La tentación de ver el trasiego de hosteleros entrando en el Mercado Municipal de Marbella en busca de las capturas del día y, de paso, desayunar como uno de ellos, es una tentación irresistible en Fiesta, el Bar del Mercao.

Sus bocadillos, que llevan dando el callo casi 30 años, son irresistible. La bandera es el mollete de carne mechá y el Fiesta, que lleva tortilla de patatas, tomate en rodajas y carne mechá.

También la cocina tiene buen tute y la especialidad está en los pescados y, aunque algunos crean que es algo contemporáneo, en cocinar a la plancha, cocido o la brasa lo que el cliente haya comprado ese mismo día en los puestos que rodean al Fiesta. Además, también se marcan arroces de aúpa y buenos guisos marineros.

La única pega, como buen bar de mercado, es que su horario se limita de ocho de la mañana a cuatro de la tarde, pero es una opción ideal para empezar el día con algo en el estómago.

Calle Jacinto Benavente, 1, puesto 38, Marbella.

La Tradición, Fuengirola

No sólo de dulces y confitería vive el hombre y en La Tradición, a pesar de que su aspecto nos haga pensar que sólo hay postres, trabajándose también salados como sus cruasanes 'pitufos'.

En ese negociado está el serranito, icono de los montaditos andaluces, que aquí se sirve en un pan ligeramente tostado con el lomo de cerdo, el jamón serrano, el pimiento frito y una pizca de alioli. Sustancioso pero equilibrado, hacer un alto en La Tradición es perfecto para sacudirse el hambre de media mañana si estás en Fuengirola.

Camino de Coín, 24, 29640 Fuengirola. Teléfono: 952 47 42 77.

Mia Café, Marbella

La influencia de turistas internacionales también ha permitido que Marbella y la Costa del Sol se pongan al día en los desayunos y brunches.

Es el caso de Mía Café, en el centro de la ciudad, donde hay repostería casera (incluyendo sin gluten), buen café, una amplia selección de tés y todo ello en una terraza bastante refrescante donde tampoco faltan platos salados como bocadillos, sándwiches, tortillas y gofres.

Calle Remedios, 7, Marbella. Teléfono: 669 66 80 95.

Imágenes | Leña / Istock / Jumpstory / La Milla

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Lleva tu receta de sopa de pescado esta Navidad (y en cualquier momento) a un nivel superior con los trucos de estos cuatro chefs

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Lleva tu receta de sopa de pescado esta Navidad (y en cualquier momento) a un nivel superior con los trucos de estos cuatro chefs

Posiblemente la sopa de pescado sea una de las formas más baratas, ricas y sencillas de comer pescado en cualquier momento del año. Receta internacional donde las haya, ya sea la popular la sopa bullabesa, nuestra clásica sopa de pescado (o de marisco) o algunas variedades más cremosas como el clam chowder (o sopa de almejas) o el bisque de langostinos, está presente en prácticamente todas las culturas que giren en torno al pescado.

No se le puede negar tampoco su importancia como receta icónica de Navidad, donde se convierte con algo más de lujo en un primer plato de mucha altura, pero que el resto del año podemos hacer más humilde.

La gran ventaja de las sopas de pescado, además de su sabor, es que tolera a numerosos animales y está disponible para prácticamente todos los bolsillos, adecuando al presupuesto que manejes a los protagonistas de esta cordial sopa.

Agradecida, reconfortante y con sus sabrosos tropezones, hoy nos ponemos en manos de cuatro chefs de reconocida solvencia con los productos del mar para que nos cuenten sus secretos en la elaboración de una sopa de pescado de órdago.

El fumet

El Fumet

El fumet es el primer gran paso de una sopa de pescado -y de cualquier receta que implique un caldo marino- y no exige, al contrario que suele pasar con los caldos de carne, mucho tiempo de cocción.

Tampoco es exigente en cuanto a la fama de la base con la que levantarlo, siendo muy populares los pescados de roca baratos, llamados morralla. Si no apostamos por productos tan humildes, podemos aprovechar el despiece de pescados algo más nobles, que luego usaremos en el resto de la cazuela.

Carlos Del Portillo Bis Carlos del Portillo, chef de Bistronómika.

Así lo cree Carlos del Portillo, chef en el restaurante madrileño Bistronómika (Calle de Ibiza, 44), especializado en pescados y parrilla. "Yo hago dos fumets distintos por separado: uno de cabeza de merluza y espina de rape con verduras y otro con nécoras, también con verduras, y en ese aceite fuerte salteo la nécora troceada", explica.

"El de rape y merluza es un caldo que debe ser blanquecino, por el colágeno del pescado; lo cuelo y reduzco durante una hora y media. El de nécoras también lo machaco, sin triturar, y se cuela", comenta. Aunque a priori pueda parecer un fumet caro, del Portillo recomienda otros animales que dan buen sabor, como "la nécora congelada, que es más asequible, el buey de mar o el cangrejo, pero no de río". Si queremos darle algo más de raigambre, deja otra pista: "las cabezas de carabinero, que dan mucho color y mucho sabor. Además de la nécora, claro, que da ese color marrón oscuro de la sopa donostiarra y bastante potencia".

Sobre la misma base de rape y cabeza de merluza, José Luis Camacho, chef asturiano del restaurante gijonés Zascandil (Calle de Cervantes, 9) recomienda aprovechar también las camisas de las gambas. "Hacemos unas gambas a la gabardina en el restaurante y aprovechamos esas pieles y cáscaras. En nuestro caso, las tostamos unos 15 minutines en el horno a 180º y luego ya hacemos el fondo con zanahoria, puerro, cebolla, las cabezas de merluza y del pixín [rape]", explica para su fumet.

Del fumet y de la textura también habla Isaac Loya, chef del restaurante asturiano Real Balneario (Avenida de Juan Sitges, 3) con una estrella Michelin en Salinas. "Nuestra sopa de pescado es más densa que una sopa y menos que una crema, es más parecida a la bullabesa", comenta, que para el caldo de pescado confiesa una clave: "sudar mucho las espinas del rape, durante al menos 30 minutos junto a la verdura".

Del mismo modo, Loya comenta todo lo que entra en el fondo de su sopa de pescado: "echamos las cabezas y las espinas del virrey, las cabezas de los salmonetes, de los carabineros, alguna nécora...". Está claro que seguir ese ritmo en casa nos saldría por un pico pero si tenemos a mano estos productos podemos usarlo.

Isaac Loya Chef Con Estrella Michelin En Real Balneario De Salinas Limpiando Un Virrey Isaac Loya, chef con estrella Michelin en Real Balneario de Salinas, limpiando un virrey

¿Hay algún no? Carlos del Portillo sí lo considera, evitando usar espinas de salmón, de corvina o de bonito. "Dan mucho sabor y la sopa solo va a saber a eso, así que mejor no usarlas. Ya para un caldo de marmitako sí se puede usar el bonito, pero no para la sopa de pescado", resume.

El sofrito

"Luego se vuelve a hacer un sofrito, para la sopa, lo anterior es solo para el fumet", comenta Del Portillo. "Ajo, cebolla, tomate triturado, carne de pimiento choricero y pimentón dulce. Cuando esté el sofrito, sin que se queme, mezclo los dos caldos y de ahí se tritura y se cuela.

En cuanto al truco, resume en no tacañear con las cantidades de verduras. "No hay que quedarse corto: una cebolla, un puerro, un par de zanahorias, un diente de ajo...", afirma.

Carlos Urrutikoetxea Chef De El Senor Martin Delante Del Mostrador De Pescados Carlos Urrutikoetxea, chef de El Señor Martín, delante del mostrador de pescados.

Parecidos ingredientes y un toque de vino blanco es el recurso de José Luis Camacho. "Cebolla, puerro, zanahoria, dos cucharadas de pimentón dulce y un chorro de vino blanco seco para que el pimentón no se queme", comenta, que en su caso apuesta por vinos de Montilla-Moriles o de Jerez.

A tercios iguales recurre Carlos Urrutikoetxea, chef del restaurante madrileño especializado en pescados El Señor Martín (Calle del General Castaños, 13), a bivalvos, crustáceos y pescados. "Hacemos la sopa de pescado muy a la donostiarra y para el sofrito recurrimos a partes iguales a chirla, langostino y espina de rape", prosigue mientras cuenta el porqué de sus elecciones: "las cabezas de langostino me gustan más que las de la gamba blanca y más la almeja y la chirla cuando se trata de conchas, porque son sabores más salinos, si hablamos de pescado tienen que ser muy blancos y con mucha gelatina. Por eso, el bacalao no valdría, porque tiene mucho sabor", explica.

Doramos ajo en un poco de mantequilla y añadimos la chirla y cuando está lista la sacamos, hacemos lo mismo con las cáscaras de langostinos y después añadimos sopako", explica. En origen, el sopako es un pan muy cocido y muy seco que se suele usar en guisos vascos y en la sopa de pescado a la donostiarra como espesante.

En el caso de Carlos, recurre a una versión más doméstica. "Recocemos en el horno un pan duro [coge una pistola seca y la cuece en el horno a 170º hasta que esté casi quemado] y lo añadimos al sofrito junto al tomate triturado", explica. De este particular sopako aprecia el contraste ácido que aporta.

Jose Luis Camacho Chef De Zascandil José Luis Camacho, chef de Zascandil.

Cuando está a punto de pegarse, añade vino blanco para desglasar y la espina de rape y merluza y, aquí viene su punto diferencial: consomé en vez de fumet. "Hago la sopa de pescado con un caldo de carne, que aporta una salinidad distinta y mucho color, alrededor de un litro de caldo por kilo de espinas. Lo cocemos unos 20 minutos a hervor suave y colamos, infusionando con cáscara de naranja unos cinco o diez minutos", concreta.

A esos puntos, si se quiere, se puede echar una punta de picante "Cuando rehogamos las verduras se puede añadir una guindilla cayena", comenta Loya, aunque el picante va en gustos. "Cuando rehogamos la verdura se puede echar una pizca de sal, para ayudar a sudar, y cuando añadimos la espina de rape hay que estar muy encima de la pota [olla] para que no se pegue en el fondo", concreta por esa textura llena de colágeno del pescado.

El hervor y la textura

Desespumar y desgrasar una sopa está en el abecé de cualquier cocinero, evitando impurezas y excesos de grasa que eclipsen el sabor. "Siempre hay que estar con la espumadera en el fumet, y luego también con la sopa, que debemos tener en un borbotón suave, a la que hay que desgrasar con el cucharón", explica Del Portillo.

En los cuatro casos, los chefs nos comentan la importancia de que la sopa de pescado no sea excesivamente líquida, sino que alcance una textura relativamente sedosa. Isaac Loya lo consigue dejando reducir un buen rato. "Añadimos el agua cuando después de dejar al rape sudar con la verdura durante unos 30 minutos. Cuando hierve, quitamos las espinas, colamos y reducimos durante un par de horas", explica.

Textura y, sobre todo, sabor, aporta José Luis Camacho recurriendo al mejillón limpio y al pan tostado. "Desmigo un pan duro tostado en el horno en el caldo y añado mejillón limpio, luego trituro y lo paso por el chino", comenta el chef gijonés.

Gracias a esa presencia del pan, la sopa de pescado que recomienda Carlos Urrutikoetxea también gana en textura. Sin embargo, incide en un paso muy de restauración pero que le viene de perlas para clarificar el caldo. "Se cuela, se congela y se clarifica por decantación, descongelándolo sobre una estameña húmeda", explica.

Es muy frecuente recurrir al arroz o a unos fideos para hacer más sustanciosa la sopa. Si bien es un clásico, en esta ocasión los chefs no recomiendan recurrir a ellos, no por sabor, sino sobre todo por textura. "El arroz acaba deshaciéndose y lo que buscamos es la limpieza de la sopa", explica del Portillo.

El punto del pescado

Una sopa de pescado sin sus tropezones no es una sopa de pescado. Quizá incluso esté en nuestro ADN esa afición a 'pescar' gambas, trozos de carne o algún bivalvo con la cuchara pero no solo importa su sabor y presencia, sino también su textura.

"Yo solo añado almeja, calamar y rape a la sopa de pescado", ilustra Del Portillo. "Es importante añadirlo al final, para que no se queden gomosos o blandos. Además, les pego un salteado al calamar en trozos y al rape, y las almejas las abro fuera, por si hubiera alguna que tuviera un poco de tierra", sentencia. El remate de la sal, una vez todo esté añadido en la sopa.

La Bullabesa De Bogavante De Real Balneario De Salinas Y La Crema De Necoras De Zascandil La bullabesa de bogavante de Real Balneario de Salinas y la crema de nécoras de Zascandil.

En su caso,también prefiere recurrir al emplatado previo de estos trozos. "Después del salteado, emplatamos el calamar, el rape y la almeja y ya servimos la sopa sobre ellos", asegura para mantener al máximo las texturas de los distintos pescados.

Toques abullabesados propone Urrutikoetxea, en este caso añadiendo nata y un toque de Martini blanco. "La nata dulcifica la sopa y el Martini es una sustitución del Pernod, que en este caso nos aporta toques anisados y de hinojo, que vienen bien en el plato", aunque también comenta las ventajas que otras especias relativamente cítricas y frutales aportan a estas cremas, como podrían ser el cardamomo o las semillas de cilantro a un bisque de cigalas.

Compañía parecida elige José Luis Camacho. "Mis tropezones son de pixín, de merluza y de gambas salteadas. También se pueden añadir unas andaricas [nécoras], limpias de agallas, y con almeja fina, que yo abro en el horno y añado con el fuego apagado a la sopa", comenta. El remate, heredado de la bullabesa, lo pone con una cucharada de Pernod Ricard.

Además, deja un guiño para otra receta: la crema de nécoras. "Fondeas bien cebolla, zanahoria y puerro, añades la nécora troceada y la flambeas con un chorro de brandy. Luego añado mejillón limpio, que da salinidad, y arroz en crudo (un par de puñados) y ya viertes el fumet, cocinas y trituras. Pasas todo por chino y tamiz y tienes una crema de nécoras de primera", asegura.

En el caso de la sopa de pescado del Real Balneario Loya apuesta por la alta nobleza del marisco: el bogavante. "La cabeza, partida por la mitad, se añade en el sofrito, y cuando tenemos la sopa resuelta cortamos la cola del bogavante en cuadrados y la añadimos fuera del fuego, aunque también podríamos echar carabinero o nécora", alude.

Si vamos a una sopa algo más amable al bolsillo, chirlas y berberechos son buenas opciones pero también teniendo cuidado con la arena. "Yo añado la almeja cerrada a la sopa de pescado pero porque me fío del proveedor. Si no nos fiamos del bivalvo, mejor abrirlo fuera", explica Loya.

Toda una clase magistral de cómo llevar tus sopas de pescado a un peldaño superior y que puedes resolver en cualquier momento y, por supuesto, congelar para cuando mejor te venga.

Imágenes | El Señor Martín / Bistronómika / Real Balneario de Salinas / Zascandil / iStock

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Redescubrir el besugo, rey de las recetas navideñas: qué es, cómo prepararlo y qué propiedades tiene este pescado de temporada

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Redescubrir el besugo, rey de las recetas navideñas: qué es, cómo prepararlo y qué propiedades tiene este pescado de temporada

La alternancia gastronómica de la Nochebuena o la Nochevieja admite, según la casa, algo de variedad en el mundo de las carnes asadas, bien sea cochinillo o cordero. Distinto es el caso de los pescados, donde si hablamos del horno, pocos pueden equipararse al besugo.

Es cierto que podemos encontrar también doradas y lubinas, o si también vamos a pescados caros podemos apostar por el virrey. Sin embargo, pocas dudas hay en torno al gran protagonista de los pescados asados cuando hablamos de las fiestas navideñas.

Esto no quiere decir que el besugo no se pueda disfrutar el resto del año y, por supuesto, que nos tengamos que ceñir al asado. A la bilbaína, a la donostiarra, al vapor, a la plancha o con otras preparaciones que involucren al horno, como el besugo a la sal o incluso en escabeche.

En cualquier caso, hablamos de un pescado sabroso, jugoso y perfecto para disfrutar de temporada, presente desde noviembre a marzo en nuestros mercados, le hace ideal para disfrutarlo incluso fuera de Navidad.

Descripción y características

Cuando hablamos de besugo en España nos referimos, principalmente, al Pagellus Bogaraveo. Sin embargo, es muy frecuente que en las costas andaluzas se conozca al Pagellus Acarne como besugo o besugo blanco mientras que al bogaraveo se le llame besugo de la pinta. En ambos casos son pescados muy sabrosos, de la misma familia y que, sin embargo, tienen una notable diferenciación física.

En el caso de hoy nos centramos en el bogaraveo, que es también el que se suele pescar en los puertos atlánticos del Cantábrico (un sinónimo es pagellus cantabricus), y que pertenece a la familia de los espáridos (Sparidae), caracterizados por tener el cuerpo comprimido lateralmente, la aleta dorsal con espinas y aleta caudal escotada (dividida en dos).

La temporada del besugo se extiende desde noviembre hasta marzo, si bien en navidades alcanza su precio máximo, siendo más accesible a partir de enero.

Es un pez alargado, ligeramente ovalado y rechoncho, perciforme, que destaca a la vista por el gran tamaño de sus ojos en proporción al tamaño de la cabeza. Cromáticamente destaca por ser de color rojizo vivo, más intenso hacia la cabeza y el dorso que hacia el vientre, siendo también muy rojizas o anaranjadas sus aletas. Además, es más claro cuanto más joven es el ejemplar, llamándose pancho o voraz también al besugo joven, que presenta colores más blanquecinos y plateados.

En el caso del bogaraveo, su gran distinción respecto al acarne es una mancha negra situada detrás de la cabeza, sobre las aletas laterales, que le permite ser conocido como besugo de la pinta. En el caso del acarne también hay una mancha negra, pero esta se encuentra en la axila de la aleta.

Hablamos de un pescado que, en función de la temporada, es azul o blanco. Durante los meses de invierno, cuando mejor es su calidad, es un pescado azul por la gran cantidad de grasa que almacena para enfrentarse a las bajas temperaturas. El resto del año se convierte en un pescado blanco, al no necesitar ese extra.

Omnívoro, aunque gran depredador de peces más pequeños, moluscos y crustáceos, el besugo es además un pescado gregario que suele nadar en pequeños cardumenes. Es un pescado de bajura que puede vivir igualmente en terrenos rocosos, arenosos o fangosos entre los 400 metros de profundidad (habitual en el besugo del Mediterráneo) y los 700 metros (más frecuente en los besugos atlánticos). Aunque esas son las profundidades máximas, si hablamos de casos normales podemos encontrar besugos, sobre todo jóvenes (que tardan en desarrollar la mancha negra), en torno a los 50 metros, mientras que el adulto sí suele sumergirse a los 300 metros.

No debe confundirse el besugo (Pagellus Bogaraveo) con el besugo blanco o aligote (Pagellus Acarne), más barato y de algo menos de calidad pero también sabroso.

En ambos casos hablamos de animales que llegan a una longitud máxima de unos 60 centímetros, pudiendo alcanzar los seis kilos de peso, aunque no es frecuente encontrarlos ni en esa talla ni en esa báscula, siendo más demandados los besugos que oscilan entre uno y dos kilos y con medidas de entre 20 y 40 centímetros.

En cuanto a su pesca, extendida en el Mediterráneo occidental pero sobre todo por toda la costa del Atlántico oriental, desde Mauritania hasta Noruega, se realiza con diversas artes como el arrastre o el sedal, pasando por palangres y trasmallos.

Es frecuente o posible confundirlos con otros pescados como el pez herrera (Lithognathus mormyrus), el pargo (Pagrus pagrus) o el ya mencionado besugo blanco, también llamado aligote, es decir Pagellus Acarne.

Propiedades y beneficios

Propiedades Y Beneficios

Debido a los requerimientos térmicos invernales, el besugo de invierno tendrá más grasa (alrededor de los 5g por cada 100g de producto), que el de verano (apenas 2g por cada 100g). En ambos casos hablamos de un pescado que aporta proteínas de alto valor biológico, en torno a 19g por cada 100g, por lo que es un producto recomendable para cualquier tipo de dieta.

En su caso, sus grasas pertenecen a los ácidos grasos monoinsaturados (como el omega 3 y el omega 6), por lo que entran dentro de las grasas saludables que mejoran nuestra salud vascular, combatiendo la hipercolesterolemia y la hipertensión arterial.

No es especialmente rico en vitaminas, aunque es notable la presencia de la vitamina B12, pero sí es interesante su aporte en minerales, como el potasio (310mg por cada 100g) o el fósforo (210mg por cada 100g), que redunda positivamente en la salud de nuestras articulaciones, huesos y dientes.

Su gran desventaja es que es un pescado rico en purinas, por lo que las personas que sufran de gota o de hiperucemia no deben incluirlo en su dieta con asiduidad, del mismo modo que no se recomienda un consumo excesivo de mariscos.

Cómo preparar y cocinar este pescado

Lo más habitual a la hora de hablar de comercializar el besugo es encontrarlo en entero, ya sea fresco (lo más común) o congelado (algo más inusual), donde a veces también lo encontramos ya en lomos.

Es importante antes de comprar un besugo tener en cuenta ciertas consideraciones: para cuántos vamos a cocinar y qué uso le vamos a dar. En cualquier caso debes tener en cuenta que el besugo presenta una merma del 45% de su peso, por lo que solo aprovecharemos en carne el 55% del animal.

En caso de recurrir al asado, ten en cuenta que la ración limpia de pescado suele estar en unos 200 gramos por comensal, así que para unas cuatro personas necesitaremos un besugo que se acerque a los dos kilos. En cualquier caso, es conveniente que apostemos antes por ejemplares medianos que por los más grandes, que obligan a otros tiempos en cocina y exigen utensilios y herramientas de más calibre.

A la hora de comprarlos hay que fijarse en que no estén magullados, que presenten un color brillante, agallas rojas y ojos limpios y brillantes, nunca caídos o apagados. Lo más práctico, independientemente de la preparación, es que desescame y eviscere el besugo nuestro pescadero, ahorrándonos esta tarea que en casa puede ser algo más compleja y sucia.

Se aprovecha un 55% del peso total del besugo, por lo que debes tener en cuenta comensales y otros platos a la hora de comprarlo.

Partícipe de infinidad de recetas, tener claro qué vamos a hacer con el besugo es importante para saber cómo limpiarlo. En el caso del horno tenemos principalmente dos opciones: entero o abierto, para cocinarlo a la espalda, y que también recomendamos que lo haga el pescadero.

Si bien es cierto que el besugo lo consumimos esencialmente asado: a la madrileña, a la cántabra, a la bilbaína, a la donostiarra o a la sal, también podemos recurrir a otras recetas aprovechando sus lomos. Sacarlos no es especialmente complejo -o no más que a una dorada o lubina- y podemos marcarlos muy suaves a la plancha, darlos un ligero toque de vapor o aprovecharlos para hacer un tartar o para un carpaccio, aunque exigen cierta pericia.

En cualquier caso, recetas y preparaciones que no impliquen tener que desespinar el pescado en la mesa serán muy prácticas si tenemos niños o menores en casa, ya que el besugo tiene mucha espina y es ingrato para comer si no se tiene pericia.

Si tenemos la suerte de tener parrillas y besugueras, será perfecto así cocinado, pero siempre teniendo cuidado con su piel, untando una gota de aceite en ella para que no se queme o pegue. Limpias también son opciones al papillote, que se pueden acompañar de verduras, y además de facilitar el lavado nos aligerarán la cena de Navidad sin añadir mucha grasa.

La receta infalible de besugo al horno

Besugo Al Horno Pakus

Sencilla e infalible. Lo único que hay que hacer con esta receta es contar con una buena materia prima y asegurarse de respetar los tiempos de cocción, ofreciendo así un besugo jugoso y tierno.

La guarnición clásica es a base de patata, que conforman la cama en el horno, pero puedes utilizar otras verduras que se adapten bien al horno como boniatos o calabaza.

  • Ingredientes para 4 personas. 1 besugo de un kilo, 3 patatas, media cebolla, 1 limón, 15g de pan rallado, 5g de pimentón dulce, 1 diente de ajo, un chorreón de aceite de oliva virgen extra y
  • Elaboración. Preparamos el pescado haciéndole unos cortes transversales hasta llegar a la espina. Lo habitual es dar tres cortes ligeramente inclinados en una sola de sus caras. Después, introducimos en cada uno de los cortes media rodajita de limón. Mientras se precalienta el horno, pelamos unas patatas, las partimos en rodajas de unos tres milímetros y las mezclamos con media cebolla cortada en juliana. Disponemos patatas y cebolla en una fuente de horno y espolvoreamos con sal. Añadimos agua sin que llegue a cubrir las patatas y un hilo de aceite de oliva. Ponemos los besugos sobre la cama de patatas y los horneamos a 190º durante unos 45 minutos. Cuando lleven 30 minutos, preparamos una costra de pan rallado, pimentón y un diente de ajo machacados en el mortero y la extendemos sobre los besugos. En los últimos 15 minutos, el pescado se terminará de hacer y la costra se dorará dando a nuestros besugos su aspecto característico y tradicional de plato navideño hecho en el horno. Servimos haciendo las clásicas advertencias sobre las espinas y nos disponemos a disfrutar.

Enlace directo a la receta completa | Besugo al horno con patatas panadera

Imágenes | iStock

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Truchas al horno con tomate, cítricos y mantequilla: otra receta fácil y económica de Ottolenghi

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Truchas al horno con tomate, cítricos y mantequilla: otra receta fácil y económica de Ottolenghi

No es ningún secreto que en Directo al Paladar somos fanáticos del cocinero isreaelí Yotam Ottolenghi, cuyos libros de recetas se encuentran entre nuestros favoritos.

Su cocina mediterránea, con influencias orientales pero orientada a los mercados occidentales, es saludable a la par que sencilla. Y aunque suele incluir especias que no son siempre fáciles de encontrar por estos lares, todas sus recetas son adaptables a lo que tenemos a mano en España.

Estas truchas asadas aparecen en su libro Simple y, aunque llevan ingredientes raros como bayas de agracejo, sirope de arce o semillas de hinojo, es una maravilla con los añadidos alternativos que propone el propio Ottolenghi y que hemos utilizado en nuestra adaptación de la receta.

Ingredientes

Para 2 personas
  • Truchas 2
  • Tomate cherry 150 g
  • Naranja 1
  • Lima 1
  • Miel cucharadita 1
  • Uvas pasas de corinto cucharada 1
  • Aceite de oliva virgen extra cucharada 1
  • Mantequilla sin sal 70 g
  • Diente de ajo 1
  • Cilantro fresco picado al gusto
  • Sal
  • Pimienta negra molida

Cómo hacer truchas al horno con tomate, cítricos y mantequilla

Dificultad: Media
  • Tiempo total 25 m
  • Elaboración 10 m
  • Cocción 15 m

Precalienta el horno a 220ºC con el ventilador en marcha (si tienes). Mientras, en un bol mediano, mezcla los tomates cortados en cuartos o mitades, una cucharadita de ralladura de naranja, una cucharada de zumo de naranja, una cuchara de zumo de lima, una cucharadita de miel, una cucharada de uvas pasas, una cucharada de aceite de oliva y pimienta negra recién molida al gusto. Reserva.

En un cazo pequeño, calienta a fuego medio la mantequilla junto al diente de ajo (pelado y aplastado). Deja que se funda, pero no dejes que tome color. Dispón las truchas (limpias enteras) en una fuente apta para el horno, sazónalas por ambos lados y vierte por encima la mantequilla infusionada con ajo. Introduce la bandeja en el horno y cocina la truchas durante entre 15 y 20 minutos, regándolas con los jugos a mitad de la cocción. Estarán listas cuando veas la piel tostada y con aspecto crujiente.

Una vez estén bien asadas las truchas, saca la fuente del horno e incorpora los tomates con todos los zumos y especias que habíamos reservado. Añadie cilantro picado al gusto y sirve de inmediato, en la propia fuente o en platos separados.

Paso Truchas
Cocina Simple (Salamandra fun&food)

Cocina Simple (Salamandra fun&food)

Con qué acompañar las truchas

Ottolenghi recomienda servir este plato junto a un bol de arroz blanco o una ensalada de patata, pero también le van genial unas patatas fritas o una sencilla ensalada de lechuga. Para beber, nosotros lo disfrutamos con un fino en rama, que le sentó de maravilla.

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Receta de lenguado en salsa de limón, queso parmesano y almendras, para no limitarnos al pescado a la plancha

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Receta de lenguado en salsa de limón, queso parmesano y almendras, para no limitarnos al pescado a la plancha

Los buenos lenguados no son precisamente uno de los pescados más baratos, pero su exquisito sabor y textura suave hacen que merezca la pena llevárselos a casa de vez en cuando, aunque sea con ejemplares pequeños de ración. Los filetes limpios a la plancha suelen ser muy bien recibidos por los más pequeños, pero también podemos darles un toque más especial con una salsa de limón, queso y almendras como la de esta propuesta de hoy.

La cremosidad y los sabores acentuados del parmesano y el cítrico crean una salsa melosa y aromática, fragante pero sin excesos, que hace muy buena pareja con el suave lenguado y gustará mucho a los que no perdonan la ocasión de rematar la comida mojando mucho pan. Si contamos con lenguados de primerísima calidad, podemos reducir la salsa para simplemente darle un toque al pescado, para no enmascararlo demasiado.

Ingredientes

Para 2 personas
  • Lenguado de ración 2
  • Diente de ajo 1
  • Mantequilla 25 g
  • Limón 1
  • Nata líquida para cocinar (o un poco más) 120 ml
  • Queso parmesano al gusto
  • Almendra laminada tostada
  • Pimienta negra molida
  • Sal

Cómo hacer lenguado en salsa de limón, queso parmesano y almendras

Dificultad: Fácil
  • Tiempo total 25 m
  • Elaboración 5 m
  • Cocción 20 m

Preparar los lenguados limpiándolos si no nos lo han hecho en la pescadería, retirando la piel y cortando la cabeza y la parte más grande de la cola. Secar con papel de cocina.

Picar el diente de ajo pelado finamente o machacar bien. Derretir la mantequilla en una sartén y agregar el ajo, a fuego suave, y dejar que se dore sin llevar a quemarse, unos 2-3 minutos.

Incorporar los lenguados, regar con el zumo de limón y salpimentar. Subir un poco el fuego e incorporar la nata y dos o tres cucharadas de queso parmesano recién rallado.

Lenguado Pasos

Cocinar unos 4-5 minutos, dando la vuelta al pescado a media cocción, hasta que esté en su punto, según tamaño. Retirar a una fuente o platos de servir, verter la salsa por encima y aderezar con más queso, almendras laminadas y pimienta negra.

Con qué acompañar el lenguado en salsa de limón

Cualquier guarnición sencilla vegetal le irá bien al lenguado, si bien podemos aprovechar la salsa melosa para acompañarlo de unas patatas nuevas al vapor, o preparadas en versión de puré al que no tendremos que añadir mucha grasa para combinarlo con la del pescado. Una ensalada fresca de hojas, judías verdes crujientes, habas tiernas o guisantes también hacen buena pareja con este pescado.

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Por qué el pescado se estropea más fácilmente que la carne, cómo conservarlo mejor y cinco trucos para reconocer que sigue fresco

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Por qué el pescado se estropea más fácilmente que la carne, cómo conservarlo mejor y cinco trucos para reconocer que sigue fresco

España es, después de Japón, el país que más pescado consume del mundo: en concreto, según el último Informe del Consumo de Alimentación en España, 22,53 kilos por persona.

Parece un buen dato, pero lo cierto es que la presencia de pescado en nuestra dieta lleva descendiendo desde 2008, a un ritmo de casi el 2% por año.

Los beneficios para la salud del consumo de pescado son de sobra conocidos, pero esto no basta para incentivar su consumo, que suele requerir de más trabajo y conocimientos que agarrar un paquete de filetes en el supermercado. La manipulación del pescado es más compleja y la variedad entre la que escoger mucho mayor, por lo que sobre todo los consumidores más jóvenes, o sin experiencia, no saben ni qué pedirle al pescadero.

De un tiempo a esta parte, se ha extendido la idea, además, de que el pescado presenta más riesgos alimentarios, sobre todo debido a algunos mitos muy extendidos sobre el anisakis. Pero lo cierto es que, como explica Harold McGee en su libro La cocina y los alimentos, el pescado y el marisco presentan aproximadamente el mismo riesgo de infecciones e intoxicaciones bacterianas que las carnes terrestres. Su problema principal es que, en efecto, el pescado se estropea antes, pues requiere de unas condiciones de conservación más estrictas. Y esto es lo que realmente debería preocuparnos.

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Cómo conservar el pescado

Aunque la inmensa mayoría de supermercados y pescaderías venden solo productos seguros, la legislación no exige que se indique la fecha de caducidad de los alimentos que se venden sin envasar, por lo que, muchas veces, no es fácil saber cuán fresco es el pescado y, por tanto, cuántos días podemos conservarlo en la nevera sin miedo a que se nos ponga malo.

Como explica McGee, el pescado y el marisco tiene tendencia a estropearse más deprisa que otras carnes. La razón principal es que el pescado está adaptado para vivir en agua fría, lo que requiere de enzimas y bacterias que funcionen bien a baja temperatura. Dado que las enzimas y bacterias de los animales de sangre caliente funcionan normalmente a unos 40º C su acción se retarda mucho en un frigorífico, que suele rondar los 4ºC, pero el mismo frigorífico es un ambiente acogedor para las enzimas y las bacterias de los pescados.

Es por esto por lo que no todos los pescados se estropean al mismo ritmo: los peces de agua fría, sobre todo cuando tienen mucha grasa, se estropean antes que los que habitan en aguas tropicales o ríos.

Hay, además, otro factor que afecta de forma decisiva al estado del pescado, y en el que no solemos reparar: la humedad. Tradicionalmente, los pescadores lavan abundantemente el pescado en agua dulce, para retirar impurezas y que tenga un aspecto más presentable, y, para más inri, suelen envolverlo en papel film. Todo esto va muy bien si se quieren evitar olores, pero es lo peor que se puede hacer para conservar el pescado.

Como explica el pescadero australiano Josh Niland en su libro Todo el pescado, lavar el pescado con agua corriente solo contribuye a que su carne retenga un alto porcentaje de humedad y que se forme condensación en el recipiente donde lo guardamos. Esto no hace más que favorecer el crecimiento de bacterias.

Todo el pescado: Nuevas maneras de cocinar, comer y pensar (Cocina T)

Todo el pescado: Nuevas maneras de cocinar, comer y pensar (Cocina T)

Niland insiste en que lo mejor es pedir a nuestro pescadero que quite las tripas y las escamas del pescado sin utilizar agua. Pero es esta una práctica tan arraigada que, en muchas ocasiones, lo más cómodo es secar bien el pescado con papel de cocina al llegar a casa (por dentro y por fuera) antes de meterlo en la nevera. Y para almacenarlo, insiste el australiano, lo ideal es meterlo en la nevera sin tapar, en uno de los cajones de la fruta y la verdura, que podemos utilizar para guardar pescado, lo que permite que se reduzca la humedad, pero sin que quede demasiado seco.

También es importante, según Niland, vigilar la temperatura de nuestra nevera: cuanto más baja la tengamos, mejor para conservar el pescado. Lo ideal es mantenerla a unos 2º. El pescado se estropea más rápido por encima de esas cifras.

Pescado Agua La costumbre de lavar constantemente el pescado no es una buena idea para conservar el pescado.

Cómo distinguir la frescura del pescado

Hay una serie de signos clave que permiten valorar la frescura de un pescado, ya sea a la hora de comprarlo o comprobar si sigue en buen estado después de haberlo adquirido. Volvemos de nuevo al libro de Niland, donde se nos ofrecen las cinco características más importantes del pescado fresco:

1. Un recubrimiento mucoso brillante

Lo primero que debemos fijarnos al valorar la frescura de un pescado es el tono de su piel, que debe ser brillante, y la capa de mucosidad que la recubre, más abundante cuanto menos lleva fuera del agua. La mucosidad que recubre las escamas de los peces protege a los pescados que nadan en mar abierto de los agentes patógenos, pero van desapareciendo a medida que pasan los días desde el deceso del pez.

2. Unos ojos húmedos, brillantes y traslúcidos

A más viveza en los ojos del pez, más frescura. Deben ser bulbosos, sobresalir ligeramente de la cabeza, y tener un aspecto húmero, brillante y traslúcido. Cuando el pescado empieza a ponerse malo, los ojos se hunden, la pupila se torna gris y la córnea lechosa. Si los ojos parecen hinchados no debemos preocuparnos: esto suele ocurrir cuando el pez experimenta un gran cambio de presión al ser extraído de aguas profundas. No es indicativo de perdida de frescura.

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3. No huele fuerte

Aunque muchas personas no consideran agradable el olor siquiera del pescado más fresco, lo cierto es que un pescado en correctas condiciones no debe oler más que ligeramente a mar. Los pescados equilibran la salinidad del agua llenando sus células de aminoácidos y aminas, principalmente óxido de trimetalina (TMAO) y urea. Cuando el pez muere, las bacterias y enzimas del propio pescado transforman la TMAO en TMA (trilametalina), una sustancia apestosa, y la urea en amoniaco, una sustancia útil para limpiar las cocinas, pero no recomendable para el consumo humano. Sencillamente, si el pescado huele fuerte, es mejor evitarlo.

4. Las agallas son rojas y brillantes

No hay duda: cuanto más rojas son las branquias, más fresco es el pescado. Es trabajo del pescadero dejar las branquias secas y libres de cualquier residuo, pero, haga lo que haga, a medida que pasan los días desde su captura las agallas se vuelven de color amarillento o grisáceo, momento en que es mejor no consumir el ejemplar.

5. No tienes marcas de congelación o cristales de hielo

En numerosas ocasiones, la ultracongelación es la mejor técnica para mantener el pescado en perfectas condiciones, pero debemos tener cuidado con no romper la cadena de frío. Si vemos un pescado con marcas de congelación o cristales de hielo es que ha sido descongelado y vuelto a congelar en algún momento, lo que perjudica su calidad.

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Merluza gratinada con velouté de sus espinas, la receta elegante de pescado

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Merluza gratinada con velouté de sus espinas, la receta elegante de pescado

Para variar sobre nuestras clásicas recetas tradicionales, hoy os propongo una deliciosa elaboración de pescado que gustará a todos en casa, la receta de merluza gratinada con velouté de sus espinas con la que tenéis el triunfo asegurado.

Preparando una estupenda salsa velouté tal como os explicamos en nuestro curso de cocina y gratinando unos minutos para conseguir un efecto crujiente, podemos realzar un lomo de merluza cocido en su caldo y conseguir una receta "de restaurante", sin complicarnos la vida.

Ingredientes

Para 2 personas
  • Merluza 2 trozos de lomo gruesos de unos 200 g cada uno
  • Mantequilla 20 g
  • Caldo de pescado o fumet 300 ml
  • Harina de trigo 20 g
  • Pan rallado 1 cucharada sopera
  • Pisto o sanfaina para guarnición (al gusto)
  • Tomate para guarnición (opcional)

Cómo hacer merluza gratinada con velouté de sus espinas

Dificultad: Fácil
  • Tiempo total 25 m
  • Elaboración 20 m
  • Cocción 5 m

Con las espinas y cabeza de la merluza, preparamos un fumet de pescado, cociendo durante unos 20 minutos. Una vez hecho el fumet, comenzamos cociendo los lomos de la merluza en el mismo caldo, durante 7 minutos, dando la vuelta a los lomos a los cuatro minutos. Reservamos.

En una sartén, preparamos la velouté. Desleímos la harina en la mantequilla fundida y preparamos un roux blanco. Después vamos añadiendo caldo hasta obtener una salsa similar a la bechamel pero en esta ocasión, más clarita o fluida.

En una fuente o sartén apta para meter en el horno, -donde después los gratinaremos dos o tres minutos- ponemos los dos lomos de merluza cocidos y los cubrimos con una capa generosa de la velouté de pescado.

Merluza Veloute Pasos Futurobloguero Pakus Directo Paladar

Terminamos espolvoreando la superficie del pescado que hemos cubierto con la velouté con el pan rallado, y gratinamos durante un par de minutos a 230ºC para que quede crujiente y dorado.

Servimos en un plato una base de velouté, colocamos encima el pescado gratinado y acompañamos con las guarniciones elegidas. Lo llevamos a la mesa bien caliente. Por supuesto, podéis hacer este mismo plato con cualquier otro pescado de vuestro gusto o con otras guarniciones.

Con qué acompañar la merluza gratinada con velouté de sus espinas

Para guarnición de esta receta de merluza gratinada con velouté, os propongo un poco de pisto de pimientos y tomates y como contraste, un tomate picado en concassé. Así completáis un menú que podéis finalizar con un delicioso postre como el tiramisú de mango en vasitos y quedaréis estupendamente en casa.

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Marmita de pescador, la receta del reconfortante plato de cuchara del invierno

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Marmita de pescador, la receta del reconfortante plato de cuchara del invierno

Con el nombre de marmita de pescado, encontramos muchos platos diferentes en los distintos recetarios regionales. Casi siempre son guisos de pescado con patatas cocidas -como el marmitako- o bien son sopas con pescado y marisco variado, con un sabor intenso. Entre estas últimas está la marmita de pescador, la receta del reconfortante plato de cuchara del invierno que os vamos a enseñar a preparar hoy.

Con un buen caldo de pescado, y tropezones de todo tipo como tacos de merluza, almejas, mejillones, calamares y gambones, vamos a preparar una sopa inolvidable, de las que con su buen sabor dejan un recuerdo persistente en la memoria de todos los que tengan la suerte de compartirla con nosotros.

Ingredientes

Para 6 personas
  • Agua 1.3 l
  • Espinas de pescado (cabeza de rape o similar para hacer caldo) 500 g
  • Mejillones 12
  • Gambones 6
  • Merluza en filete 2
  • Almejas 12
  • Chipirones 6
  • Cebolla 1
  • Pimentón dulce 1 cucharadita de postre
  • Salsa de tomate 1 cucharada sopera
  • Apio 1 ramita
  • Pimiento verde italiano un trozo de unos 50 gramos
  • Sal y pimienta al gusto
  • Vino blanco

Cómo hacer marmita de pescador

Dificultad: Fácil
  • Tiempo total 50 m
  • Elaboración 30 m
  • Cocción 20 m
  • Reposo 30 m

Comenzamos preparando un caldo de pescado casero o fumet. Para ello ponemos a cocer las espinas de pescado, cabeza de rape o lo que tengamos, con agua abundante y un pellizco de sal. Tras 20 minutos cociendo, lo colamos bien y lo reservamos.

Para hacer el caldo de la sopa, preparamos un sofrito con la cebolla, el pimiento y el apio muy bien picados y los tostamos en aceite de oliva durante cinco minutos. Después, agregamos el pimentón y la cucharada de tomate frito y removemos bien. A continuación, añadimos un litro del fumet de pescado que hemos preparado y dejamos que cueza el conjunto durante unos 15 minutos. Cuando transcurra ese tiempo, colamos el caldo de la sopa para que no tenga tropezones y lo reservamos en una cacerola con el fuego al mínimo. Desechamos las verduras.

Caldo Marmita Pescador Pasos Pakus Futurobloguero Directopaladar

Para preparar los tropezones de nuestra marmita de pescador, cortamos los chipirones en trocitos y los freímos en una sartén durante 5 minutos. Reservamos. Doramos también los gambones, y después los pelamos. Reservamos las colas limpias y exprimimos el jugo de las cabezas, incorporándolo al caldo que tenemos en la cacerola.

Cortamos los filetes de merluza en trozos y los freímos ligeramente, reservando los trozos junto a los gambones y los chipirones. Abrimos las almejas en una sartén con un poquito de vino blanco y en cuanto abren las sacamos. Colamos el caldo de abrirlas que quedó en la sartén y lo añadimos al que tenemos en la cacerola.

Tropezones Marmita Pescador Pasos Pakus Futurobloguero Directopaladar

Hacemos la misma operación con los mejillones, sacando la carne de sus valvas y colando también el caldo de abrirlos para seguir enriqueciendo el caldo. Ponemos todos los tropezones en la sopera y la cubrimos con el caldo que hemos elaborado y enriquecido durante el proceso. Servimos muy caliente.

Con qué acompañar la marmita de pescador

Para acompañar la marmita de pescador, podéis servir la sopa con un poco de arroz cocido y un huevo duro picado, si os apetece darle aún más cuerpo. Después, podéis continuar con unos tacos de pixín o fritura de rape si queréis seguir con pescado o compartir un entrecot perfecto si preferís un plato de carne.

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Cómo cocinar un pescado a la sal para que te quede perfecto, aunque no lo hayas hecho nunca

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Cómo cocinar un pescado a la sal para que te quede perfecto, aunque no lo hayas hecho nunca

Hoy tenemos otro interesante capítulo en nuestro curso de cocina ya que vamos a explicaros cómo cocinar un pescado a la sal para que quede en su punto y de paso os daremos algunos trucos para que siempre os quede jugoso.

Además, os recomendaremos algunos aliños para sazonar el pescado tras cocinarlo a la sal en el horno, ya que no vamos a obtener ninguna salsa o jugo extra y viene bien preparar algunos aderezos para complementar este rico y saludable plato.

Qué significa cocinar a la sal

Cocinar Pescado A La Sal

En realidad, al cocinar un pescado con esta técnica, vamos a crear una especie de cofre o papillote elaborado con sal gruesa, que cubrirá totalmente el pescado, de forma que éste se cocine en sus propios vapores dentro de ese cofre o cámara de sal.

Al terminar la cocción dentro del horno, tendremos que romper esa cobertura de sal que se habrá endurecido, y, dentro de ella, encontraremos que el pescado queda jugoso, con las lascas perfectamente separables y en su punto de sazón.

No tengáis miedo de que el pescado pueda quedar salado o reseco. Si seguís las pautas que os vamos a dar a continuación, siempre os quedará perfecto de punto de cocción y de sazón, siendo además una forma muy saludable de cocinar, ya que no utilizaremos grasa ninguna.

Qué pescados podemos cocinar con esta técnica

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Para cocinar un pescado a la sal, las variedades más habituales son la dorada, la lubina, la corbina o el pargo, siendo preferibles los pescados de tamaño medio, en torno a 1 - 1,5 kg, o más grandes, para que nos queden perfectos. Por supuesto, cualquier otro pescado blanco y de carne tersa quedará igualmente rico si lo cocinamos con esta técnica. Cuestión de ir probando.

Teniendo en cuenta el peso de la cabeza, la espina y la piel, que después no os vais a comer, podéis calcular que para 5 personas, será necesario un pescado en torno 1,6 kg, unos 400 g por persona, pesados antes de cocinar, que os rendirán aproximadamente unos 200 g de ración limpia cuando ya esté cocinado.

Cómo cocinar un pescado a la sal

Lubina Sal Terminada

Para obtener un pescado cocinado a la sal como la lubina que tenéis sobre este párrafo, el proceso comienza con la compra del pescado. En la pescadería diremos al pescadero que queremos cocinarlo a la sal, de forma que eviscere la pieza sin abrirla del todo, y preferiblemente, la deje con sus escamas. No os preocupéis que éstas quedarán en la sal.

Aunque voy a explicar cómo cocinar a la sal un pescado entero -lo más habitual- también podéis hacer a la sal los lomos de un pescado, envolviéndolos en papel aluminio por una cara, tal como os enseñamos aquí.

a) Preparando la cobertura de sal

En la bandeja de horno, ponemos un papel sulfurizado o una lámina de silpat, y sobre ella acomodamos el pescado. Por otro lado, en un bol grande, mezclamos dos kg de sal gruesa con una clara de huevo batida y lo mezclamos bien.

Con esa mezcla de sal y clara de huevo, cubrimos bien el pescado, siendo generosos con la sal. Si es preciso debido al tamaño del pescado, añadimos medio kg más o incluso un kg, de forma que el pescado quede bien cubierto. Como excepción, dejaremos fuera de la sal un poquito de la aleta de la cola, según os explico después.

Preparando Pescado A La Sal Pasos Pakus

Además, con un cuchillo marcamos la silueta del pescado, penetrando ligeramente en la sal para hacer que la superficie de la misma en esa silueta sea relativamente fina, lo que nos facilitará el desmoldado al terminar la cocción.

b) Horneado del pescado a la sal

Una vez bien marcado el perfil del pescado, tanto en los laterales como en la cabeza, podemos meter a asar el pescado dentro del horno, que tendremos precalentado a 190ºC, donde nuestra pieza se cocinará durante unos 20 a 45 minutos según el tamaño.

Pescado A La Sal Horneado Y Abrir Pasos

Los tiempos aproximados -ya sabéis que cada horno es un mundo- son los siguientes: Para una pieza de kilo, 20 minutos. Para kilo y medio, 28 minutos. Para 2 kg, 35 minutos, para 2,5 kg, 40 minutos y para 3 kg 45 minutos. Un truco para saber si ya está listo es dar un tirón de la aleta de la cola que hemos dejado fuera y si sale con facilidad es que el pescado ya está listo para sacar del horno.

c) Desmoldado del pescado a la sal

Después de asar el pescado y sacar la bandeja del horno, precedemos a abrir el cofre de sal, metiendo un cuchillo por la muesca que habíamos marcado antes de hornear. Una vez abierta esa brecha, podremos quitar la parte de arriba como si fuera una tapa, facilitando mucho la tarea de sacar el pescado de la sal.

Tras retirar la "tapa", rompemos los laterales y sacamos el pescado a una fuente, donde procederemos a porcionarlo, tras retirar algunos granitos de sal que pueda tener, que "barreremos" con una brocha de cocina.

Con qué servir el pescado a la sal

Alino

Una vez cocinado el pescado a la sal, obtenemos una pieza de carne blanca, pero no tendremos guarnición de patatas asadas como cuando lo cocinamos sobre ellas, ni tendremos los jugos de la cocción que estarán dentro de la sal. Por eso es conveniente preparar algún aliño para acompañar el pescado.

Mis favoritos son un chorreón de aceite de oliva virgen extra y unos cristalitos de sal tipo Maldon; otras veces lo sirvo al natural, añadiendo unas gotas de zumo de limón o preparo un aderezo de aceite, ajo prensado y perejil o cilantro picado, todo bien batido y con un pellizco de sal, que una vez emulsiona ligeramente, está riquísimo añadido por encima del pescado.

Otras veces opto por preparar una ajada, que hago en una sartén dorando dos dientes de ajo fileteados, con tres cucharadas soperas de aceite de oliva y cuando los ajos están tostaditos, apago el fuego y añado media cucharada de pimentón. Este aliño clásico al que podéis añadir unos aritos de guindilla es perfecto para cubrir la superficie del pescado.

En Directo al Paladar | Cómo hacer lomos de lubina a la sal
En Directo al Paladar | Cómo hacer lubina a la sal
Imagen pescadería | Pixabay.com

Los mejillones están a muy buen precio: te damos seis buenas ideas para disfrutarlos

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Los mejillones están a muy buen precio: te damos seis buenas ideas para disfrutarlos

Los estaréis viendo a diario en vuestros puntos de venta. Los mejillones están a muy buen precio y tenemos muchas ideas para sacarles partido. Si solamente los preparas al vapor o a la vinagreta, hoy te damos seis opciones diferentes para disfrutar con este ingrediente.

Cuando tienes claro cómo limpiarlos sin esfuerzo, resultan una fuente de proteínas económica y sabrosa, con una textura excelente que permite su utilización en numerosas elaboraciones, casi siempre asociadas a la hora del aperitivo o como ingrediente en ensaladas, sopas y arroces.

Características nutricionales

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En general los mejillones que consumimos provienen de las bateas de las rías de Galicia o de la zona mejillonera del Delta del Ebro. Su contenido en minerales (hierro, calcio, fósforo, yodo y magnesio) y en ácidos grasos hace que nos siente bien y contribuya en procesos de nuestro metabolismo de forma importante.

El mejillón es un producto de alta calidad nutricional ya que su consumo nos aporta la misma cantidad de proteínas que la carne roja, pero con mucha menos grasa y calorías. Este alto contenido en proteínas con baja incidencia de grasa es lo que convierte a los mejillones en un alimento muy recomendado en dietas de adelgazamiento, prevención o control de peso.

Comprar mejillones, opciones

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Encontraremos en los supermercados y pescaderías tanto mejillones frescos, como en conserva y también congelados. Cuando los compramos frescos, debemos comprobar que las conchas de los mejillones estén cerradas, -se abrirán durante la cocción-, y si están rotas, debemos desecharlos.

Los mejillones en conserva, son un excelente sustituto del mejillón fresco y un gran recurso para elaboraciones de salsas y dips o untables. Finalmente, los mejillones congelados son perfectos para tener a mano este producto durante todo el año. Puedes congelar tanto el mejillón con su concha como solamente la carne.

Seis recetas originales para disfrutar con los mejillones

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Hemos elegido seis recetas variadas con mejillones, sencillas y rápidas de llevar a la mesa. Junto a esas seis recetas, podríamos haber elegido algunas más como los espaguetis con mejillones al curry, el arroz caldoso de marisco, o los mejillones con salsa picante de tomate, que ya habréis probado en otras ocasiones. Estas son nuestras seis propuestas con mejillones para hoy.

1. Mejillones con leche de tigre

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  • Ingredientes para 6 personas: 100 mlk de vino blanco, 1 kg de mejillones frescos limpios, 10 g de jengibre fresco, 1 cebolla morada, apio, cilantro fresco, 125 g yogur griego, 50 g de pasta de ají amarillo al gusto de picante, 40 g zumo de lima.
  • Elaboración: Limpiamos bien los mejillones y los abrimos al vapor con el vino blanco. Con un colador filtramos el líquido y lo reservamos. Quitamos una de las valvas a los mejillones y cortamos las barbas con unas tijeras, si las tuviera. Colocamos los mejillones en una fuente de servir con la valva hacia abajo. Picamos el jengibre, media cebolla morada, el apio y el cilantro. Los ponemos en un bol y añadimos el líquido de cocción filtrado, el yogur, la pasta de ají amarillo y el zumo de lima. Lo trituramos todo con ayuda de una batidora de mano o la Thermomix. Vertemos la salsa en una jarra y rellenamos las valvas de los mejillones. Por encima repartimos el resto de cebolla morada picada menuda y servimos inmediatamente.

Más detalles, aquí.

2. Mejillones tigres o mejillones con bechamel empanados

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  • Ingredientes: Mejillones 12, Cebolla 1, Salsa de tomate 2 cucharadas soperas, Salsa Tabasco unas gotas, Salsa bechamel para rellenar, Pan rallado para empanar, Huevo para empanar y Aceite de oliva virgen extra abundante para freírlos.
  • Elaboración: Comenzamos cociendo los mejillones una vez limpios de tierras y barbas, poniéndolos al vapor durante unos 4 minutos y retirándolos en cuanto se abren. Separamos la carne de las conchas y nos quedamos con la mitad de ellas que limpiamos a conciencia. Es conveniente darles un hervor en agua con vinagre durante unos minutos. Secar y reservar. Picamos una cebolla lo más pequeña que podamos y la pochamos en una sartén con 3 cucharadas de aceite de oliva. Una vez transparente, añadimos la carne del mejillón picada en trozos de tamaño intermedio y salteamos el conjunto. Incorporamos el tomate frito, las gotas de tabasco y probamos, rectificando de sal si fuera necesario. Hacemos una bechamel utilizando 2 cucharadas de harina, medio litro de leche entera y un chorro del caldo de la cocción de los mejillones bien colado para que el conjunto tenga cierto sabor a mar. Reducimos la bechamel removiendo continuamente hasta que quede bastante espesa y dejamos enfriar. Para montar los tigres, ponemos en cada concha una cucharada del relleno de mejillones con tomate, cubrimos con otra cucharada de la bechamel espesa y cuando estén bien fríos, los pasamos por huevo batido y pan rallado, friéndolos en aceite muy caliente. Como siempre conviene escurrirlos después en papel absorbente.

Más detalles, aquí.

3. Mejillones a la marinera

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  • Ingredientes: 1 kg de Mejillones frescos y limpios, Cebolla, 150 g, Vino blanco, 80 ml, Tomillo fresco rama, 2, Laurel hoja, 1, romero fresco rama, 1, Pimentón dulce (una cucharadita), 5 g, Sal, Pimienta negra molida, Aceite de oliva virgen extra, Perejil fresco (opcional)
  • Elaboración: Esta es una receta que prepara en un abrir y cerrar de ojos, pero es necesario tener los mejillones limpios y listos antes de empezar a cocinarla. Aquí os dejamos unos consejos sobre su limpieza que os vendrá de perlas a la hora de poneros a ello y que os ahorrarán tiempo de trabajo. Pelamos la cebolla y la picamos muy finamente. Calentamos un poco de aceite de oliva virgen extra en una sartén y pochamos la cebolla durante unos cinco minutos (no debe dorarse). Añadimos el pimentón dulce, removemos para que no se queme. Inmediatamente después incorporamos los mejillones y regamos con el vino blanco. A continuación salpimentamos e incorporamos la hoja de laurel, las hojas de tomillo y la rama de romero. Con esta última no hace falta separar las hojas de la rama pues solo la queremos para aromatizar. Cocemos a fuego fuerte durante cinco minutos o hasta que los mejillones se abran. Una vez listos, separamos las conchas, colocamos las que tienen el mejillón en una fuente, regamos con la salsa y servimos inmediatamente. Si os gusta que la salsa sea más espesa, la podéis dejar reducir a fuego fuerte mientras desconcháis los mejillones o añadir un poco de espesante instantáneo y dejar cocer a fuego suave durante un par de minutos. Igualmente podemos espolvorar con perejil fresco picado en el momento de servir.

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4. Crema de mejillones con manzana

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  • Ingredientes: 1.5 kg de Mejillones, Agua, 500 ml, Agua de cocer los mejillones, 300 ml, Puerro, 150 g, Aceite de oliva virgen extra, 50 g, 3 Diente de ajo, 1 Manzana, Cilantro fresco al gusto, Tomate troceado en lata 150 g, Sal y pimienta al gusto
  • Elaboración: Comenzaremos limpiando y lavando los mejillones. Los cocemos al vapor en una olla hasta que se abran las conchas, los retiramos del fuego y quitamos de las conchas. En una cazuela ponemos a calentar el aceite y sofreímos el puerro en rodajas, los dientes de ajo, la manzana en cubos, y lo salteamos todo durante unos minutos hasta que estén blandos. Añadimos el tomate y el cilantro y cocemos todo durante quince minutos. Añadir el agua y el caldo de cocer los mejillones. Añadimos los mejillones, reservando alguno para decorar, salpimentamos y después trituramos con la túrmix, pasándolo por el chino para que quede suave.

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5. Pintxo de patatas con mejillones y alioli de su escabeche

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  • Ingredientes: Mejillones en escabeche de lata, 4 Patatas pequeñas, 4 Tomate cherry, Mayonesa, Sal Maldon o en escamas
  • Elaboración: Para hacer esta receta comenzamos preparando una mayonesa sencilla con un huevo y aceite de girasol con ayuda de la batidora. Si lo preferís, podéis utilizar en esta época del año mayonesa industrial. Para hacer el alioli de escabeche, agregamos el aliño de la lata de mejillones en escabeche sobre la mayonesa y batimos con las varillas hasta obtener una crema homogénea anaranjada que guardamos en un biberón para poder dosificarla mejor. Por otro lado, cocemos las patatas con piel en agua con sal, durante unos 18 minutos, -dependerá del tamaño- y después cortamos los extremos de las patatas para que puedan sujetarse bien en el plato y servir de base de nuestro pintxo. Sobre cada patata ponemos un tomate cherry asado -aquí tenéis la receta para que os queden perfectos- y sobre cada tomate asado, colocamos un mejillón de la lata, sujetando todos los ingredientes en equilibrio con un palillo. Solo falta dar el toque final a nuestro pincho de patata, tomate y mejillón, añadiendo un buen chorro de nuestro alioli de escabeche y llevar a la mesa. Como me quedaba un poco de salsa de la de asar los tomates cherry, lo puse en la base, mezclado con un poco más del líquido de la conserva.

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6. Mejillones en salsa verde

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  • Ingredientes: 1 kg de Mejillones frescos, 6 ramas de Perejil fresco, 2 Dientes de ajo, Harina de trigo una cucharada, Guindilla de Cayena, 1, Agua, Vino blanco, Aceite de oliva virgen extra, Sal
  • Elaboración: Limpiamos los mejillones de barbas y suciedad. Los abrimos al vapor con un poco de agua y un chorrito de vino blanco. Retiramos y reservamos mientras hacemos la salsa. Aparte en una cazuela baja echamos un chorrito de aceite de oliva. Picamos finos los dientes de ajo y los doramos ligeramente junto a la guindilla. Añadimos la cucharada de harina y le damos unas vueltas para que se cocine. Echamos el perejil limpio y muy picadito y removemos durante un minuto. Por último ponemos 1/2 vaso de vino blanco, subimos el fuego para que se evapore el alcohol, y sin dejar de remover con una varilla, agregamos otro 1/2 vaso de agua. Cuando tengamos la salsa lista y sin grumos echamos un poco de sal y los mejillones. Cocinamos el conjunto unos 10 minutos. Podemos dejar reposar un ratito para que la salsa coja un punto mejor de picante. Servimos calientes.

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Ingredientes

Para 6 personas
  • Mejillones 1 kg
  • Vino blanco 100 ml
  • Jengibre fresco 10 g
  • Cebolla morada 1
  • Apio
  • Cilantro fresco al gusto
  • Yogur griego 125 ml
  • Pasta de ají amarillo 50 g
  • Zumo de lima 40 ml

Cómo hacer mejillones con leche de tigre

Dificultad: Fácil
  • Tiempo total 20 m
  • Elaboración 20 m

Limpiamos bien los mejillones y los abrimos al vapor con el vino blanco. Con un colador filtramos el líquido y lo reservamos. Quitamos una de las valvas a los mejillones y cortamos las barbas con unas tijeras, si las tuviera. Colocamos los mejillones en una fuente de servir con la valva hacia abajo.

Paso A Paso

Picamos el jengibre, media cebolla morada, el apio y el cilantro. Los ponemos en un bol y añadimos el líquido de cocción filtrado, el yogur, la pasta de ají amarillo y el zumo de lima. Lo trituramos todo con ayuda de una batidora de mano o la Thermomix. Vertemos la salsa en una jarra y rellenamos las valvas de los mejillones. Por encima repartimos el resto de cebolla morada picada menuda y servimos inmediatamente.

Merluza en salsa de espárragos con mejillones y guisantes: receta fácil y económica con conservas

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Merluza en salsa de espárragos con mejillones y guisantes: receta fácil y económica con conservas

La merluza -o la pescadilla- es un pescado de diario muy socorrido que puede cundir mucho si aprovechamos alguna oferta de un buen ejemplar fresco para usar sus piezas en distintas recetas. También congelada nos puede solucionar muchas comidas y cenas, y con ingredientes económicos como las conservas vegetales y marineras podemos cocinar la merluza en una salsa muy sabrosa de las de mojar media hogaza de pan.

Esta es de esas recetas que demuestran que tirando de despensa se pueden improvisar platos sin grandes complicaciones, y que nos recuerdan lo importante que es tener la despensa bien surtida con latas y botes de larga conservación, aunque no sean la gama más cara del mercado. Tomando algunos ingredientes de la típica salsa verde, es un plato que admite multitud de toques al gusto de cada casa.

Ingredientes

Para 2 personas
  • Cebolleta 1
  • Diente de ajo 1
  • Pimiento verde italiano (opcional) 50 g
  • Espárragos blancos en conserva 6
  • Mejillones en conserva natural (lata) 1
  • Vino oloroso para cocinar (Montilla-Moriles o similar) 100 ml
  • Merluza en rodajas gruesas o 4 si son más pequeñas 2
  • Guisantes un puñado (frescos o congelados)
  • Sal
  • Aceite de oliva virgen extra
  • Tomillo seco o perejil al gusto

Cómo hacer merluza en salsa de espárragos con mejillones y guisantes

Dificultad: Fácil
  • Tiempo total 35 m
  • Elaboración 10 m
  • Cocción 25 m

Dejar el pescado a temperatura ambiente y secar con papel de cocina. Se puede enharinar ligeramente, aunque no es necesario; si son rodajas hermosas, cortar por la mitad. Picar en brunoise (cubitos) la cebolleta y el pimiento sin las semillas, y picar finalmente el diente de ajo.

Pochar estos ingredientes en una cazuela con un chorro de aceite de oliva, a fuego suave, con una pizca de sal. Cuando se transparente la cebolleta, añadir los espárragos y dejar que se cocinen unos minutos hasta que estén muy blandos. Añadir un poco del líquido de la conserva de los espárragos y todo el líquido de los mejillones, reservando estos.

Merluza Salsa Esparragos Pasos

Retirar todo el contenido de la cazuela al vaso de una batidora y triturar, añadiendo un poco más de caldo de espárragos si fuera necesario. Se puede colar por el chino si se quiere una textura muy fina. Marcar por ambos lados la merluza en la misma cazuela, con un poco de aceite, y retirar.

Reincorporar la salsa a la cazuela, regar con el vino y dejar que se evapore el alcohol. Volver a poner la merluza, echar los mejillons reservados y un puñado de guisantes. Cocinar el conjunto a fuego suave hasta que los guisantes y el pescado estén en su punto. Corregir de sal si fuera necesario y servir con tomillo, perejil u otra hierba.

Con qué acompañar la merluza en salsa de espárragos

Esta receta de merluza en salsa se presta especialmente bien a servirla de segundo plato, tras un primero de verduras que no sea muy pesado, como un poco de pisto al gusto, un salteado de coles o una ensalada ligera. Después solo necesitamos buen pan para mojar y rebañar la salsa, aunque quienes busquen subir el contenido energético del plato pueden añadir unas patatas pequeñas cocidas o algo de arroz integral.

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Los cinco trucos de los grandes chef para mejorar las albóndigas (y tres recetas con nombre propio)

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Los cinco trucos de los grandes chef para mejorar las albóndigas (y tres recetas con nombre propio)

En esta vida hay cosas fáciles y cosas difíciles: ser devoto de las albóndigas entra en la categoría de fáciles; hacer unas buenas albóndigas entra en la de las difíciles. Aparentemente sencillas, tremendamente universales y con una receta por cada casa, resistirse a una buena albóndiga es algo que va a una categoría superior, la de las cosas imposibles.

Simples -apenas carne boleada (ternera, cerdo, pollo -o el bicho que se quiera, pero también pescado e incluso verduras-, un ligero aderezo (lo podemos solventar con sal, pimienta, ajo y una pizca de perejil), una fritura breve y una salsa a la altura. La teoría es poca, la práctica tampoco es extensa, pero sublimar la albóndiga no es tarea baladí.

Más aún cuando pertenecen enclaustradas en nuestra memoria gustativa las recetas de madres y abuelas que han dado forma de bola a estas tentaciones durante generaciones. Un tesoro que en Directo al Paladar también encuentras a manos llenas y es que por aquí han desfilado albóndigas para llenar decenas de tuppers.

Hemos hecho las definitivas, las clásicas de nuestras abuelas con salsa, las que tienen acento italoamericano, con aires marroquíes como las keftas, algo japo como las de teriyaki, unas imprescindibles como las albóndigas con tomate, replicado las albóndigas suecas de Ikea y, claro, metidos en harina marinera con ejemplos como estas de merluza en salsa verde, las de sepia o las de salmón noruego.

Del agua nos vamos al huerto, demostrando que lo vegano también cabe en estas tentadoras bolas, como el ejemplo de berenjena o la jugosidad de estas albóndigas de calabaza. Todas ellas las encontrarás en este recopilatorio de 43 recetas albondiguiles, aunque hay muchas más.

El repertorio es casi infinito, pero hoy, a modo de síntesis, nos hemos metido en varias cocinas profesionales para traerte unos cuantos secretos profesionales para mejorar -si es que fuera posible- tus albóndigas o para que cojas nuevas ideas con las que cerrar la cuadratura del círculo, y nunca mejor dicho.

1. La mezcla de carnes

Cachivache Tabern Albondigas De Butifarra Blanca Albóndigas de butifarra blanca de Taberna Cachivache.

El equilibrio es la clave en cualquier albóndiga. Debe ser jugosa, pero tener consistencia y, bajo ningún concepto, quedarse seca. Lo más habitual es que en casa recurramos a mezclas de carne de ternera y carne de cerdo.

"Siempre debe haber una proporción de grasa para que no se seque", recomienda Javier Aparicio, chef de los restaurantes Salino, Cachivache y La Raquetista, que nos deja dos opciones que trabaja en los dos primeros restaurantes para innovar: cordero y butifarra.

"La de butifarra tiene una textura entre salchicha y albóndiga, además viene con esa parte de grasa que la hace melosa", explica dejando otra clave: "si queremos hacer más melosas y jugosas unas albóndigas podemos añadir un poquito de manita de cerdo hervida".

La opción de cordero es diferente, pero también da muy buen resultado. "Es más pequeñita y para ella picamos en picadora la pierna deshuesada y la falda, que le dará grasa", asegura. El resultado es una albóndiga más intensa en sabor, que luego se remata con una salsita de los propios cuellos del cordero.

Peculiares pero muy demandadas son también las que ofrece Miguel Carretero en el restaurante Santerra y en la Neotaberna Santerra. "Trabajamos dos, una de picanha de vaca vieja, a la que añadimos grasa de entrecot madurado. De la parte más limpia y más blanca lo sacamos", comenta.

"La otra es de caza, en función de la temporada, pero ahora es de cierva [porque es más suave, recurriendo a la pierna del animal]. Para la grasa añadimos papada de cerdo ibérico y foie gras. Alrededor de 300 gramos de grasa por cada kilo de carne", explica.

Albondigas De Cierva De Santerra Las albóndigas de cierva de Santerra.

2. El picado

"La carne para albóndigas no conviene que esté muy picada, no hace falta picarla muy fino ni convertirla en una pasta. Necesitamos que la albúmina de la carne fije la albóndiga y que eso la haga ser más jugosa", comenta Carretero.

"Además, la carne para albóndigas siempre debe ser de picadora. Si hablásemos de pescado sería otra cosa, pero a cuchillo no se puede picar la carne para albóndigas porque no se libera esa albúmina", asegura.

3. El aliño

Las Albondigas De Cordero De Salino Las albóndigas de cordero de Salino.

Sal, pimienta, ajo y perejil, leche, miga de pan y pan rallado suelen ser los consortes habituales de nuestras albóndigas, sean de pescado o sean de carne. Para ir más allá, Javier Aparicio deja algunas pistas.

"En las de butifarra, que se puede imitar con la carne de una salchicha fresca, añadimos brandy, piñones enteros, pan remojado en leche [menciona el mismo pan que usa en el restaurante, de masa madre] y mezclamos bien", sostiene para esta sazón que da aroma y textura.

"Si añadimos ajo debe ir muy picadito, para que no se note en el bocado", agrega, ya que es lo realiza en las albóndigas de cordero. "Cilantro fresco picado, una cucharadita de ras el hanout, pan remojado en leche y jengibre fresco. Todo muy picado y en una proporción que no se cargue a la carne", explica.

Las opciones de Carretero van por otros lares. "La albóndiga de picanha lleva huevo [clara y yema], pan brioche, nata y cebolla pochada", confiesa. "Me gusta el punto dulce de la cebolla, además la hace más jugosa", perfila. Algo que también hace en las albóndigas de caza, donde elabora una duxelle de champiñón y cebolla.

a esa sazón podemos ponerle una punta de queso. Es lo que aconseja Ciro Cristiano, chef de Bel Mondo, cuando habla de sus polpette (albóndiga en italiano). "Yema de huevo batido, miga de pan payés remojado en leche, sal, pimienta, perejil y 50 gramos de queso parmesano rayado [para alrededor de un kilo de albóndigas]", comenta.

Todo ello para una mezcla en la que recurre a carne de salchicha y carne picada. En torno a 700 gramos de carne de salchicha y unos 450 gramos de carne de ternera picada, que luego acompaña con salsa de tomate y berenjenas fritas.

Polpette Bel Mondo Las polpette de Bel Mondo se sirven sobre polenta y se acompañan de salsa de tomate y berenjena frita.

4. El boleo, el tamaño y la harina

La diferencia entre una buena albóndiga y una albóndiga superlativa es encontrar el equilibrio entre tamaño, punto y jugosidad, que se juega en el todo por el todo del boleo y la participación de la harina. "Una harina de trigo fina, bien escurrida y muy breve, lo justo para que mantenga la albóndiga pero que no haga costra", ejemplifica Javier Aparicio. "La harina ayuda a espesar un poco la salsa, pero no debe darnos textura en la albóndiga", aclara.

De la misma opinión es Carretero. "Poca harina, la que tengamos por casa, una de trigo es suficiente, pero que no sea una capa gruesa", recomienda mientras hablan del tamaño.

"Prefiero albóndigas de dos bocados; partirla y untarla bien con la salsa", aporta Javier Aparicio. "Quedan más tiernas y más jugosas, que es lo que buscamos en unas albóndigas", incide. "Las de cordero sí son de bocado, pero en casa, para las tradicionales, me gustan más grandes, más toscas", afirma.

Una opción que también defiende Ciro Cristiano, que apuesta por albóndigas de cuatro o cinco centímetros de diámetro, que se puedan presentar cuatro o cinco en la ración.

5. El momento clave: la fritura

Breve, eficaz y generosa, muy generosa. Así podríamos sintetizar la necesidad de fritura de estos embolados manjares. " Después de la harina, con la albóndiga a temperatura ambiente, freímos en una olla con abundante aceite de girasol", asegura Miguel Carretero.

"Poco tiempo, a unos 180 grados, lo suficiente para que se cocine pero no para que se tueste", explica. Razones que van orientadas a mantener la textura exterior de la albóndiga, pero también el gusto. "El aceite de oliva da demasiado sabor y aquí buscamos una fritura limpia, que aporte otros sabores", indica.

"Si nos pasamos con la fritura no tenemos una albóndiga, tenemos otra cosa. No debe haber costra, ni mucha harina, sino que debe ser algo rápido. Mi abuela decía bien de aceite, y que cubra a la albóndiga", recuerda Javier Aparicio.

En ambos casos, los chefs son partidarios de ese abundante aceite, que no ofrezca sabor y que esté en un punto de humeo alto. Nada de andar mareando la albóndiga en una sartén corta de aceite o de tenerla mucho tiempo. "Si la tienes a fuego bajo o con poco aceite, lo absorbe y perdemos la textura", indica Aparicio.

En ambos casos, los chefs recuerdan la necesidad de escurrir bien la fritura ya en la olla y luego recurriendo a papel de cocina para eliminar excedentes.

La personalidad propia de las albóndigas de pescado

No son tan habituales, pero son cada vez más comunes. Antes te hemos contado qué recetas hemos hecho de albóndigas de pescado en casa y la verdad es que dan muy buen resultado porque son suaves, tiernas y le van bien a muchos tipos de salsa, además de ser una forma sencilla de que los niños coman pescado de forma más asequible.

Sin embargo, incluso en estas lides hay varios matices que debemos tener en cuenta y para los cuales hemos contado con tres chefs que hacen del pescado y el marisco el leit motiv de sus cocinas.

Las albóndigas de rape de José Antonio García en Nuevo Gerardo

Foto Recortada Albondigas Nuevo Gerardo

Nuevo Gerardo (Av. de Alberto de Alcocer, 46 ) es una de las puntas de lanza más elegantes del Grupo Oter en la capital, y allí nos recibe José Antonio García, comandante de estos fogones desde hace doce años.

"Las hacemos de rape, pero vale cualquier pescado que tengan cierta consistencia. Por ejemplo la merluza se desmigaría demasiado", inicia. "Podemos coger el cachete o el lomo, bien limpios de fibra, porque dan buen resultado", continúa.

"La diferencia con una albóndiga de carne es que las de pescado no admiten picadora. Hay que picar a cuchillo porque si no se queda una pasta imposible de trabajar. Algo como un tartar, pero más fino", prosigue.

"Empiezo pochando cebolla muy picadita y cuando está, se la añado junto la sal, pimienta, una pizca de pan rallado, un poquitín de leche y una punta de orégano porque me gusta el sabor de las especias, pero no disimular sabores", matiza. Todo ello lo mezcla bien, lo enharina y, en este caso, fríe en aceite de oliva. "La clave está en solo sellar, para que quede jugosa", reivindica.

De ahí pasa a una 'doble salsa'. "Primero hago una mirepoix de verduras con pimiento, cebolla, calabacín, boletus, shiitake... todo bien pochadito, donde ponemos las albóndigas, y luego rematamos con la salsa de carabineros, que está espectacular", asegura.

"Hacemos una bresa con mucha verdura (apio, puerro, cebolla, ajo, pimiento rojo, pimiento choricero, calabacín...), la fondeamos bien con las cabezas y cuerpos de los carabineros, un poquito de tomate triturado, echamos el fumé, echamos el azafrán y todo eso lo dejamos cocer. Luego espeso con arroz y después trituro, paso por el chino y ya servimos", remata.

Las albóndigas de Javier Álvarez para Zoko Valdemarín y para Krápula

Krapula Albondigas Las albóndigas de langostino y cazón de Krápula.

Krápula (calle Jorge Juan, 27) y Zoko Valdemarín (Av. de Valdemarín, 167) son los desembarcos del grupo Zoko en la capital, tras varios años conquistando Zahara de los Atunes (y Retiro, cabeza de puente madrileña), donde han abanderado al atún rojo en sus cartas, diseñadas por Javier Alvárez, chef ejecutivo del grupo.

Ello nos lleva a dos de sus grandes hits: uno marítimo y otro carnívoro. El de mar es puro Cádiz, gracias al cazón y al langostino, mientras que el terrestre es una mezcla de picanha de vaca vieja charra y de huitlacoche.

Todo ello sazonado con pan, leche, yema de huevo, ajo, perejil y un chorro de amontillado. Después, hacen un fondo de carcasas de pato azulón que se deja reducir mucho, se desglasa y finalmente se aromatiza con amontillado. "Apenas cuatro o cinco minutos, que no reduzca, solo que deje aroma", cuenta.

Zoko Albondigas Las albóndigas de picanha y huitlacoche de Zoko Valdemarín.

Distinta es la teoría de las albóndigas de cazón y langostino. "El cazón es un pescado que de por sí no tiene mucho sabor, pero sí tiene mucha melosidad y un punto de gelatina. Luego el langostino aporta sabor y textura", aclara.

"Iríamos a una proporción de un 60% de cazón y un 40% de langostino, todo ello picado a cuchillo", matiza. "El aliño es clásico: yema de huevo, sal, pimienta y ajo y perejil muy picaditos, todo bien mezlcado y con un poco de miga de pan de masa madre remojado en leche", cuenta.

Todo ello se acompaña de una salsa que parte de un fondo elaborado con pescado de roca. "Del mismo que sacaríamos para un arroz, pues lo convertimos en fondo y lo dejamos reducir. Que sea muy meloso y pegajoso, al que al final le añadimos unas gotas de fino o de manzanilla, solo un par de minutos al final, para que deje todo el gusto", apostilla.

Las albóndigas mar y montaña de Cadaqués

Foto Apertura Albondigas Cadaques

El restaurante Cadaqués (calle Jorge Juan 35) es la última incorporación del Grupo Sagardi a sus filas madrileñas. Haciendo gala de aires de cocina catalana, uno de sus imprescindibles a pesar de su juventud son las albóndigas mar y montaña con sepia.

"El mar y montaña es un uso habitual en la cocina payesa y catalana para aprovechar las proteínas en un mismo plato y así lo hemos querido trasladar a estas albóndigas", indica Iñaki López de Viñaspre, chef y fundador de este emporio restaurador.

"Lo primero es hacer la albóndiga. Metemos dos partes de ternera por cada parte de cerdo, todo bien picado, y lo mezclamos con huevo entero, miga de pan de hogaza remojada, un toque de nuez moscada, ajo bien picadito, sal y pimienta", comenta.

"La clave está en el guiso, que es donde está la sepia. Para ello arrancamos con un sofrito de pimiento verde, rojo, cebolla, puerro y tomate. Cuando está bien cocinado, añadimos la sepia en dados, pero también con su tinta y con su hígado, que le da color y sobre todo sabor", ilustra.

"Es un plato tradicional de Llança (un pueblo costero en Girona), que rematamos añadiendo las albóndigas después de pasarlas por harina y freírlas. Al final, añadimos unas gotas de brandy al guiso y ya estaría listo para comer, aunque como mejor están es con uno o dos días de reposo para que se asienten los sabores", señala.

Imágenes | Zoko Valdemarín / Bel Mondo / Santerra / Cadaqués / Salino / Cachivache / Nuevo Gerardo

En Directo al Paladar | 43 recetas de albóndigas en salsa, jugosas y fáciles

Sacando todo el partido al lenguado en temporada, un versátil pescado plano: cómo usarlo, en qué recetas y qué propiedades tiene

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Sacando todo el partido al lenguado en temporada, un versátil pescado plano: cómo usarlo, en qué recetas y qué propiedades tiene

Seamos sinceros, el lenguado no es el rey de la fotogenia en la pescadería, pero cuando lo metemos en la cocina se convierte en el príncipe de la versatilidad. Fiel a su esencia de pescado blanco, plano y de fondos arenosos, el lenguado es un perfecto ejemplo de múltiples usos culinarios.

Su carne es prieta, suculenta, con un punto ligero de grasa y muy fácil de deslomar, razón por la que más allá de brasas y planchas -que son un uso común para él-, también solemos ver sus filetes por separado, ya sea en preparaciones tan clásicas como la meunière o las clásicas poupietas (o rollitos).

Aprender a distinguirlo, sacarle todo el partido o ver qué ingredientes le van bien será nuestra tarea de hoy para que nos atrevamos a darle muchos usos en cocina, cómo limpiarlo, para que sepamos qué propiedades tiene y, sobre todo, para que conozcamos mejor a este plano habitante del fondo de los mares que es capaz de funcionar en cocinas domésticas y en fogones profesionales.

Comparte escenarios con gallos y rodaballos, además de con el rape, convirtiéndose así en el cuarteto submarino más habitual de nuestras pescaderías, aunque su carne está mucho más relacionada con la de los dos primeros, donde solo quizá -y remarcamos el quizá- el rodaballo esté por encima a nivel gustativo.

Su polivalencia le hace útil con numerosas salsas, yéndole bien todo lo que tenga que ver con sabores cítricos, ácidos, pero también con grasos como el queso o la mantequilla, razones que hacen que, para los más cocinillas, sea un pescado idóneo para salsear y del que te hemos hablado en muchas ocasiones.

En nuestras 'páginas' le encontrarás con [parmesano y salsa de limón](salsa de limón, queso parmesano y almendras), en sencillas recetas con tres ingredientes, al horno con puerro y alcaparras, con almendra, con calabacín, a la naranja o con salsa de miel.

¿Qué es el lenguado?

Foto Que Es El Lenguado

Nuestro plano amigo es, oficialmente, el Solea Solea (que no suena flamenco, sino que proviene de su nombre latino, que significa algo parecido a sandalia), cuyo nombre vulgar es lenguado comúm. Su importancia es tal que incluso da nombre a toda una familia, la de los Soleidos, que agrupa a cerca de cien especies y donde curiosamente no están ni los rodaballos ni los gallos, que son miembros de la familia de los Scophthalmidae.

Ya en materia, nos encontramos ante un pescado ovalado y alargado, ancho en su parte central, cuyos ojos están en el lado derecho del cuerpo (hacia donde el ojo izquierdo se dirige durante el desarrollo del lenguado). Durante toda su vida se recuesta sobre el lado izquierdo, que es el descansa sobre la arena y por tanto de color blanco, mientras que su piel 'visible' es marrón, que le sirve para mimetizarse con el fondo.

Las aletas dorsales se encuentran distribuidas por todo el cuerpo, uniéndose con la anal a través de una membrana, siendo prácticamente las aletas pectorales, poco desarrolladas, siendo aún menos notable la del lado izquierdo. Sobre la aleta derecha se verá una mancha negra bastante notable, que es la mejor forma de diferenciar al lenguado común del resto de lenguados.

Aunque hay varios ejemplos de lenguados, el Solea solea es el conocido como lenguado común, y su principal característica es una mancha negra sobre la aleta lateral derecha.

A pesar de su aspecto, es un animal carnívoro y depredador que se alimenta de moluscos y crustáceos de pequeño tamaño -lo que le permite también su boca, de reducidas dimensiones aunque con agudos dientes en el maxilar derecho-. Puede alcanzar hasta los 60 centímetros de longitud -aunque no es tan habitual- y llegar a los tres kilos de peso. Además, aunque a simple vista no lo parezca, tiene unas pequeñas escamas que no es necesario quitar para consumir, salvo que vayamos a deslomar, en tal caso prescindiremos de toda la piel.

Dicho esto, ¿podemos confundir al lenguado? Es complicado, ya que los parecidos razonables son el rodaballo que es grisáceo o plateado, de mayor tamaño, más circular y con una boca mayor.

La otra confusión podría suceder con el gallo, pero éste es más alargado, de tonos generalmente rosáceos y aleta anal es más larga, por lo que no es común la confusión. También podría llegar a confundirse con la platija, pero es raro, porque también es grisácea, redondeada (aunque no tanto como el rodaballo) y tiene una boca notablemente mayor.

Foto Fuera De Nuestras Fronteras La piel del lenguado es más o menos rojiza, que puede ir al moteado y al gris si se captura en zonas rocosas.

Fuera de nuestras fronteras y en congelado podemos encontrar otros lenguados como el de arena (Solea lascaris) o el lenguado senegalés (Solea senegalensis) cuya mancha sobre la aleta es más clara. También abunda la presencia de lenguado de piscifactoría por su facilidad de cría, aunque los salvajes son más cotizados.

  • Distinguiendo al lenguado de piscifactoría. Partiendo de que debe estar etiquetado como tal, el lenguado de crianza es más verdoso que rojizo o marrón, además el lenguado salvaje tiene un aspecto más brillante, como si fuera resbaladizo, que no es tan notable en el de piscifactoría. Al paladar, evidentemente la diferencia más llamativa está en la intensidad de sabor y en la tersura de la carne, siendo más destacadas ambas en el salvaje.

Debido al tipo de pesca, eminentemente enmalle de fondo (arrastre), el lenguado se encuentra en franca decadencia en sus caladeros habituales, distribuidos por todo el Atlántico norte, ya que esa pesca erosiona y deteriora los fondos marinos, en los que el lenguado habita en torno a los 100 metros de profundidad.

Hay, sin embargo, otras formas de captura como el miño (también un enmalle, pero más amable, puesto que no arrastra, sino que solo levanta) que es popular en el lenguado gallego.

El lenguado es difícil de confundir por su color, tamaño y forma con otros pescados planos como gallos o rodaballos.

También se da en el Mediterráneo, con el mismo tipo de arte de pesca, aunque en ocasiones pueden ser pescados a anzuelo y sedal. Razón por la que en las costas levantinas y andaluzas es común ver el 'lenguado de costa', ya que es un animal que suele ir a desembocaduras a nutrirse y es ahí donde se pesca. Este lenguado es más pequeño, pero más sabroso y también más cotizado.

La temporada es larga, yendo desde finales de verano hasta ya entrada la primavera, por lo que es muy común en los mercados. Sin embargo, su cenit lo alcanza en la primavera, con los ejemplares más lustrosos y también con mayores capturas, por lo que su precio es más amable -dentro de unos límites-.

Propiedades y beneficios

Propiedades Pescado blanco por excelencia con muy poca grasa y mucho sabor.

Fiel a su estatus de pescado blanco, el lenguado es un pescado rico en proteínas (16,5g por cada 100 gramos) y bajo en grasas (apenas 1,5g por cada 100g), por lo que es altamente recomendado en cualquier tipo de dieta.

En cuanto a vitaminas su aporte es residual, por lo que no merece la pena detenerse en ellas, pero sí en su aporte mineral, siendo rico en fósforo, potasio y sodio, por lo que, como tantos otros pescados, favorecerá nuestra salud ósea, la correcta función de nuestro aparato excreto y nefrológico, así como mantener en buen estado dientes y músculos.

El lenguado además entra dentro de las recomendaciones de consumo de pescado blanco, el cual deberíamos consumir al menos tres veces por semana.

Cómo preparar y cocinar el lenguado

Foto Limpiar Pescado

Nuestro plano amigo, a pesar de ser caro, pero qué pescado no lo es (guiño a Sorolla) es un tesoro culinario.

De sabor suave, carne blanca muy prieta, fácil de deslomar y con marcadas lascas, el lenguado es una forma amable de comer pescado porque además, si se prepara convenientemente, no tiene muchas espinas, así que está indicado para niños y mayores.

Su versatilidad le permite cocinarse a la plancha o frito, aunque estas opciones añaden grasa extra -sobre todo si lo enharinamos-, razón por la que recomendamos apostar por cocciones más limpias como puede ser al vapor, al horno o directamente cocido.

Además, al ser de fácil limpiado, aquí te contamos cómo, sacar sus lomos será una tarea sencilla que te permita usarlos a voluntad. La espina solo se quedará en esa membrana lateral, por lo que no encontrarás obstáculos en boca. Su única pega es que tiene bastante merma (alrededor de un 50% del peso total).

Más allá de eso, en casa podemos trabajarlo con facilidad, ya que cortar su cabeza o prescindir de sus espinas es bien fácil y solo tendremos que prestar atención a la preparación. Como consejo de compra cabe recordar lo mismo que con otros pescados.

Ojos claros y húmedos; piel tersa y brillante; sin golpes, magulladuras o manchas; escamas bien adheridas a la piel, que no deberá tener pliegues, y rechazar aquellos lenguados que presenten zonas amarillentas en torno a agallas o aleta pectoral izquierda -la que da al suelo-, señal de poca frescura. Al olfato debe ser limpio y marino, nunca con olores similares al amoníaco o a la putrefacción.

En cuanto al tamaño, dependerá de para qué queramos usarlo y que recordemos su merma. Como ejemplo tomaremos al lenguado de ración, que suele pesar entre 250 y 300 gramos, que en limpio se quedarán en poco más de 150 gramos. En cualquier caso, los ejemplares de más tamaño también son más tersos y la carne algo más potente, por lo que los recomendamos para asar o para cocinar con salsas.

Si vamos al lenguado de ración, mejor apostar por él por cocciones más suaves, puesto que su carne será más delicada, aunque en cualquier caso aguanta relativamente bien la temperatura o el manipulado. Sin embargo, su carne tersa, jugosa y agradable demanda no pasarse con los puntos,

Cinco recetas para sacar todo el partido al lenguado

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Al horno, con salsas de mantequilla, con cítricos, directamente al vapor o pasado por la plancha, el lenguado es un todoterreno culinario al que no podemos dejar de ensalzar.

Lenguado con salsa burro limón

Burro Y Limon

Aquí tocamos ambos palos a la vez, apostando por cocinar muy poquito el lenguado a la plancha y añadiéndole una salsa sencilla (necesitamos apenas tres ingredientes) que combinan lo ácido con lo graso y que da muy buen resultado.

  • Ingredientes para 2 personas. Un lenguado grande de un kilo aproximadamente, el zumo de medio limón, 50g de mantequilla, patatas baby como guarnición y perejil fresco para decorar.
  • Elaboración. Comenzamos con la guarnición, ya que las patatas cocidas tardan unos veinte minutos en estar tiernas. Cortamos dos patatas por la mitad para tener cuatro trozos y las cocemos en agua abundante con una cucharadita de sal. En una bandeja o plancha, derretimos la mantequilla para usarla para cocinar en ella nuestro lenguado. En lugar de hacer una salsa aparte con en la receta de lenguado a la meunière, aquí vamos a cocinar el lenguado en la mantequilla desde el primer momento, napando continuamente con una cuchara la parte superior del lenguado, la que no esté en contacto con la plancha. Cuando el lenguado lleve cinco minutos, le damos la vuelta para que se cocine por el otro lado. Añadimos un poco de zumo de limón exprimido sobre la cara cocinada y dejamos que se siga haciendo por la otra cara, mientras seguimos napando continuamente. Serán necesarios unos tres o cuatro minutos más, pero eso dependerá del tamaño del lenguado que hayáis comprado. Cuando el pescado esté listo, añadimos el resto del zumo del medio limón, -o un poquito más- y desglasamos la fuente o plancha, repartiendo esos jugos sobre el lenguado. Si queréis, podéis espolvorear con perejil picado o usar perejil rizado como yo que da más color y aporta menos sabor, para no enmascarar nuestro lenguado con salsa burro limón.

Enlace directo a la receta completa | Lenguado con salsa burro limón

Lenguado en salsa de limón, queso parmesano y almendras

Lenguado En Salsa De Limon Queso Parmesano Y Almendras

Repetimos ingredientes, pero añadimos el matiz que las almendras laminadas le dan al lenguado. En este caso irán tostadas, pero fritas o crudas también darán mucho sabor y aportarán un toque crujiente que le va de perlas. Todo un platazo en 20 minutos.

  • Ingredientes para 2 personas. 2 lenguados de ración, 1 diente de ajo, 25g de mantequilla, 1 limón, 120ml de nata líquida para cocinar, nata al gusto, queso parmesano al gusto, almendra laminada tostada, pimienta negra molida y sal.
  • Elaboración. Preparar los lenguados limpiándolos si no nos lo han hecho en la pescadería, retirando la piel y cortando la cabeza y la parte más grande de la cola. Secar con papel de cocina. Picar el diente de ajo pelado finamente o machacar bien. Derretir la mantequilla en una sartén y agregar el ajo, a fuego suave, y dejar que se dore sin llevar a quemarse, unos 2-3 minutos. Incorporar los lenguados, regar con el zumo de limón y salpimentar. Subir un poco el fuego e incorporar la nata y dos o tres cucharadas de queso parmesano recién rallado.

Enlace directo a la receta completa | Lenguado en salsa de limón, queso parmesano y almendras

Lenguado a la meunière con alcaparras

Lenguado A La Meuniere Con Alcaparras

La gran receta de lenguado francés por antonomasia. En este caso vuelve a necesitar el concurso de la mantequilla, pero el toque encurtido de la alcaparra refresca este bocado con el que además podéis jugar con la presentación, ya que se presta bien a que enrolléis los lomos a modo de pupietas y lo salseeis después.

  • Ingredientes para 2 personas. 2 lenguados de ración o uno grande (alrededor de 600g). 50g de mantequilla, 20 alcaparras en conserva, perejil fresco en rama, el zumo de medio limón, sal, aceite de oliva virgen y pimienta blanca molida.
  • Elaboración. Quitamos la piel al pescado por ambas caras (o se lo pedimos al pescadero). Sazonamos el lenguado con un poco de sal y lo freímos en la sartén con el aceite de oliva dejándolo unos 3 minutos por cada cara. Si queréis podéis pasar el pescado por harina antes de freírlo pero a mí me gusta más así, haciéndolo tal cual, con lo que además el plato queda un poco más ligero. En esta época del año, nuestros invitados nos van a agradecer si evitamos los excesos. Mientras los lenguados se van haciendo, ponemos a fundir la mantequilla en otra sartén. Cuando se derrite, añadimos el perejil muy picado y dejamos que se haga durante un minuto, mientras removemos suavemente. Añadimos entonces el zumo del medio limón a la mantequilla con el perejil y apagamos el fuego. Una vez el lenguado tiene un color dorado, lo cubrimos con la salsa de mantequilla de la otra sartén y dejamos que se rehogue en ella durante un par de minutos, momento en el que añadimos las alcaparras retirando la sartén del fuego y sirviendo inmediatamente.

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Lenguado al horno con costra de puerros

Lenguado Al Horno Con Costra De Puerro Y Alcaparras

Nata, puerro y un buen lenguado te pueden solventar la papeleta de un día grande con este plato sencillo que solo necesita una pizca de horno para llegar a buen puerto.

  • Ingredientes para 4 personas. Un lenguado hermoso (alrededor del kilo), un puerro, 50ml de nata líquida para cocinar y 50g de alcaparras.
  • Elaboración. Pedimos al pescadero que nos retire la piel del lenguado y lo colocamos en una fuente de horno, salando el pescado y añadiendo un chorrito pequeño de aceite por encima. Horneamos a 200º durante 10 minutos. En ese rato preparamos la salsa de puerros, picando el puerro, sofriéndolo con mantequilla durante ocho a diez minutos y triturándolo bien con la batidora de mano. Reservamos. Damos la vuelta al pescado y lo dejamos que se cocine otros seis o siete minutos por la otra cara. Abrimos el horno, cubrimos el lenguado con la salsa de puerros y gratinamos para que se dore durante dos o tres minutos. Terminamos nuestra receta de lenguado al horno con costra de puerro pasando el pescado a una fuente y añadiendo las alcaparras y decorando con algunas hojitas de perejil, antes de llevar a la mesa.

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Lenguado con molde de habitas, setas y ajos tiernos

Lenguado Con Molde De Habitas Setas Y Ajos Tiernos
  • Ingredientes para 4 personas. 4 lenguados, 200 gramos de habitas baby, 200 gramos de setas (gírgolas o setas de cardo), 150 gramos de ajos tiernos, 2 cucharaditas de carne de pimiento choricero, 65 mililitros de vino blanco, 2 patatas, pimienta negra, aceite de oliva y sal.
  • Elaboración. Pela las patatas y corta las puntas, para hacer el molde corta el contorno de la patata, como si la estuvieras pelando. Según el tamaño de la patata necesitarás más para hacer los suficientes moldes. Después sálalas y fríelas en abundante aceite caliente. Reserva. Pela y pica los ajos tiernos, trocea las setas y pon una sartén con aceite de oliva a calentar. Rehoga las habitas unos minutos, seguidamente añade las setas y los ajos tiernos, salpimenta al gusto y sofríe todos los ingredientes.

Enlace directo a la receta completa | Lenguado con molde de habitas, setas y ajos tiernos

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Cinco trucos para hacer el mejor bacalao con tomate en casa, según el chef José de Dios

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Cinco trucos para hacer el mejor bacalao con tomate en casa, según el chef José de Dios

La Cuaresma llama a la puerta y lo hace con su ruta del bacalao, del cual en Directo al Paladar hemos dado sobradas muestras de fidelidad. Así te hemos presentado hasta más de 30 recetas distintas para trabajarlo en Semana Santa y disfrutar de sus propiedades.

Hemos hecho pilpil, vizcaína, al horno, con acento portugués en el a bras o a la Gomes de Sá, frito (incluso en freidora sin aceite), a la riojana, en buñuelos, en croquetas, en potaje de vigilia y, por supuesto, el siempre apetecible bacalao con tomate.

Apostemos por él en salazón o en fresco, este icónico y fácil plato se ha replicado en miles de casas y, por suerte, también en las cocinas profesionales.

Por ello, nos metemos en harina con el cántabro José de Dios Quevedo, chef de La Bien Aparecida en el Grupo Cañadío, que nos cuenta cómo hacen el bacalao con tomate en el restaurante La Maruca.

1. El punto del bacalao

De pescado humilde y abundante a producto casi de lujo; de salazón obligada a bacalao fresco y al punto de sal. La evolución de nuestro idolatrado Gadus Morhua ha sido intensa en los últimos 40 años. De ser un recurso asequible y el pescado más común de nuestra dieta a convertirse, sobre todo en la versión en salazón, en una rareza.

Ahora no es tan habitual que lo compremos así, buscando sobre todo bacalao fresco o al punto de sal, y es que hemos perdido dos costumbres: la de desalar y la de cocinarlo. "Se busca la facilidad de producto y no bacalaos tan potentes como antaño", explica José de Dios.

"Yo prefiero cocinar con bacalao desalado, pero exige más tiempo y más atención al desalar, y por eso no es tan común usarlo, pero para esta receta yo recomiendo comprar un buen bacalao en salazón y tenerlo en casa", añade.

"De un kilo de bacalao en lomos sacamos cuatro raciones", añade. "Con tres días de desalado es suficiente: agua fría, siempre en el frigorífico, cambiando cada seis u ocho horas y siempre con la piel hacia arriba", agrega.

"Así permitimos que la piel, por gravedad, no haga de tope y se concentre allí la sal. Además hay que tener en cuenta el tamaño de la fuente donde desalemos. Si es pequeña, se saturará de sal antes y habrá que cambiarla más a menudo", insiste. "Contra más agua, más desalación", apostilla.

Enfrentarse a un bacalao desconocido también puede ser complicado y que no conozcamos su exigencia a la hora de desalar. "Nosotros, para probar el punto de sal, hacemos un corte en la parte más gruesa del bacalao y probamos un pellizco en crudo", razona.

Bacalao Vizcaina Istock

2. El truco del rebozado

Generalmente cuando hablamos de bacalao con tomate solemos imaginar el taco de bacalao sin más tratamiento que la propia sal, añadido así a la salsa habitual, pero desde La Maruca nos ofrecen un consejo para que la salsa sea más espesa, gelatinosa y el bacalao tenga un punto aún más tierno: rebozarlo

"Es una astucia sencilla: es rebozar el bacalao para que tenga más jugosidad y no quede muy seco", comienza José de Dios. "Ponemos punto de sal, pasamos por huevo semibatido y enharinamos ligeramente, como si fuera una romana", prosigue.

"En fuego suave lo freímos, pero que no cueza en la fritura, apenas minuto y medio por cada lado, y siempre con la piel. A mí me gusta porque suelta esa gelatina y da untuosidad, con esa sensación de pegalabios que da el colágeno", explica.

3. La clave de la salsa: buenos tomates y mucha reducción

"Para un bacalao con tomate, aunque para cualquier receta que sea de salsa de tomate, hay que ir a tomates más maduros porque, además de tener más azúcar, también tienen más color y más perfume", comenta el chef.

"Hacemos una bresa de verduras con chalota y ajo rehogado, bien, pero sin que quemen, y añadimos el tomate pelado y con pepitas, como un concassé. También podemos añadir otras verduras de color como zanahoria o puerro, pero va en gustos, y lo guisamos todo bien", agrega.

"Luego hacemos un refrito de pimentón dulce, para subir color y contrarrestar el amargor que pueda tener el tomate, pero sin que queme, claro", remarca.

Bacalao Tomate

4. Primer paso por el horno

En una circunstancia así podríamos tener ya una salsa espléndida de tomate, a la que solo habría que triturar y pasar por el chino, pero en La Maruca van más allá y para ello recurren al horno, que actúa así como concentrador de sabores.

"Calor arriba y calor abajo, toda la verdura en una bandeja y dejamos que deshidrate a unos 80 o 100 grados durante 20 minutos. Así se concentran los aromas y el sabor y tenemos una salsa más potente", enfatiza José de Dios (en la imagen bajo estas líneas).

"Luego la pasamos y arreglamos. Podemos añadir una parte de pimientos choriceros, que la harán más intensa, o también unos pimientos cristal, que podríamos cocer en la propia salsa. Rectificamos de sal y, si fuera necesario, añadimos un poco de caldo concentrado de pescado para subir el sabor", comenta.

5. Segundo paso por el horno

El remate, sin embargo, aún no se ha producido, porque José de Dios guarda un as en la manga para terminar de convertir en un platazo de campeonato este bacalao con tomate.

"Podríamos salsear sin más, pero vamos más allá. Napamos bien las piezas de lomo sobre la típica bandeja Pirex y horneamos solo 5 minutos a 180 o 200 grados. La salsa empapa bien el rebozado, que se hace más jugoso, y así terminamos de cocinar el bacalao, que sigue tierno", apostilla.

Luego, cuestión de gustos, como queramos acompañarlo. "Unas tiras de pimiento o unas patatas panaderas al horno con cebollita y tenemos un bacalao perfecto", remata José de Dios.

Imágenes | La Maruca

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Lamprea: qué es, cómo preparar y dónde comer este pescado prehistórico que está de temporada

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Lamprea: qué es, cómo preparar y dónde comer este pescado prehistórico que está de temporada

O Pai Miño, como llaman los gallegos al río Miño, se convierte en los primeros meses del año en el centro de atención de la pesca de agua dulce, donde la eterna lamprea se yergue como protagonista de una tradición culinaria y cultural con cientos de años de antïguedad.

Tan arcaica (más de 500 millones de años) como aterradora -guapa, lo que se dice guapa, no es-, la lamprea remonta las aguas del Bajo Miño, donde a través de las pesqueiras se las da captura, llevándolas a la cocina en preparaciones tan clásicas como la lamprea a la bordelesa o la lamprea ahumada.

Considerada un vampiro marino, pues se alimenta de la sangre de los pescados a los que se aferra, la lamprea es una suerte de eslabón perdido de los vertebrados marinos, prescindiendo de escamas y aletas, que pasa su vida entre dos aguas, regresando a los ríos para desovar y morir.

En ese término medio entre la carne y el pescado, pues su textura está más cerca de las primeras -y su contenido en sangre también-, la lamprea genera ciertos recelos culinarios por su fealdad y su apariencia, y es que nunca somos muy partidarios de aquello que parece una serpiente, menos aún cuando tiene estos hábitos alimenticios tan voraces.

Sin embargo, en pueblos como Arbo (Pontevedra), donde incluso se celebra una fiesta gastronómica alrededor de la lamprea -a finales de abril-, su presencia es fundamental para entender un modo de vida que trasciende lo culinario y que lleva abanderando la región desde hace cientos de años.

Cuenta con detractores, claro, pero la alta cocina ha reivindicado su presencia en los últimos años en restaurantes como Casa Solla (cuyo chef, Pepe Solla, la presentó en MasterChef), en NaDo, en O Camiño do Inglés y en Lakasa, amén de otros epicentros más tradicionales como Chef Rivera, La Mezquita, Casa Calviño, O Frenazo, Os Pirús o en La Molinera. Sea como fuere, la lamprea bien merece aparcar prejuicios y que nos acerquemos a ella.

Qué es la lamprea

Foto 01 Que Es La Lamprea

Cuando hablamos de lamprea nos referimos a la Petromyzon marinus por su nombre científico, también llamada lamprea de mar, mientras que la lamprea de río es la Lampetra fluviatilis es otra especie del mismo clado, más pequeña y mucho menos frecuente en nuestras aguas.

Alargada, a veces llegando al metro de longitud, y con dos pequeñas aletas dorsales situadas casi en la cola, la lamprea navega entre los últimos invertebrados y los primeros vertebrados marinos, perteneciendo a la punta de lanza de estos últimos. Además, como curiosidad añadida hay que mencionar que tiene un esqueleto cartilaginoso y no óseo,

Motivos que nos llevan a separarle claramente de cualquier pescado, ya que no tiene escamas ni branquias, sino que en lugar de estas tiene una serie de siete orificios, situados a ambos lados de la cabeza, que sirven para su respiración, no contando con los clásicos opérculos branquiales de los peces.

LAMPREA VIVERO BOCA

Físicamente es complicado confundirla, más aún si prestamos atención a su boca, carente de mandíbula, llena de pequeños y córneos dientes, que sirven a la lamprea para adherirse, como si fuera una ventosa, a su hospedador, del cual se alimenta y el cual no siente dolor por la adhesión de la lamprea. La razón es que la lamprea segrega un líquido analgésico, por lo cual no molesta físicamente al otro animal, al que también inocula una sustancia anticoagulante para que ese 'grifo' no se cierre.

Exteriormente tampoco engaña, ya que es viscosa, lisa y sus colores oscilan entre el pardo amarillento y ciertos toques verdosos y azulados. Será antediluviana, pero si durante 500 millones de años la lamprea se las ha apañado así de bien, para qué necesitaría seguir evolucionando.

Para ello hay que entender que es, como los salmones, un animal anádromo, es decir, vive en el mar y vuelve a desovar a los ríos, así se entiende este retorno a las fuentes del Miño o del Ulla, que son los principales polos de atracción de la lamprea en nuestro país.

En ese desove, la lamprea llena de larvas el río, donde permanecen unos dos años y medio hasta que retornan al mar. Allí pueden vivir hasta los siete u ocho años, retornando al río para dar paso a una nueva generación de lampreas y muriendo tras esa tarea, completamente titánica, que deja exhaustos a estos animales.

Zonas de captura y la mejor temporada

Foto 02 Lamprea

En España, la lamprea se extendía en el pasado por los ríos atlánticos y mediterráneos, incluyendo al Tajo y al Ebro como lugares donde encontrarla, pero su presencia allí ahora es residual, por no catalogarla de desaparecida.

Sin embargo, donde sí las encontramos es en las citadas fuentes del Miño, del Tambre y del Ulla, siendo Arbo un punto clave en la primera, y en Padrón para la segunda, donde también hay unas jornadas gastronómicas versadas sobre la lamprea.

Fuera de nuestras fronteras es muy frecuente en ríos atlánticos de las islas británicas y de la costa occidental francesa, sobre todo en el Loira, el Garona y el Dordoña, de donde salen la mayor parte de las lampreas que se utilizan para prepararse con la receta más clásica: a la bordelesa.

También hay lampreas en América del Norte, donde son consideras especie invasora, y en las costas noruegas y bálticas, aunque pasan más inadvertidas gastronómicamente.

En nuestro país, a pesar de que la temporada se extiende hasta mayo, se consideran mejores las lampreas de enero a marzo, utilizándose el refrán de "en marzo el amo, y en abril el criado" para justificar esta menor calidad.

Propiedades y beneficios nutricionales

LAMPREA A LA BORDELESA GALICIA RECETA

Nuestra alargada amiga es un pescado azul, ya que ronda los 18 gramos de grasa por cada 100g de carne, pero son grasas 'buenas' ya que la mayor parte de ellas son omega-3, por lo que la lamprea ayudaría a regular nuestros niveles de colesterol.

También es rica en proteínas, aunque no de forma exagerada, rondando los 14g por cada 100g de producto, por lo cual podríamos utilizar sus proteínas de alto valor biológico en todo tipo de dietas.

Condensa también en su carne, siendo un animal con no mucha merma (alrededor de un 40%) una interesante aportación de vitaminas, principalmente A y D, además de minerales como magnesio, fósforo y potasio, como la mayor parte de los peces, que nos echarán una mano para fortalecer músculos, huesos, dientes y para un correcto equilibrio celular.

Cómo se captura la lamprea

PESQUEIRAS DE LAMPREA EN ARBO DIRECTO AL PALADAR

Aunque, como casi todo pescado, la lamprea se captura con redes, el ritual que la rodea en los ríos gallegos merece la pena ser narrado porque son artes centenarias. En el Miño, en pueblos como As Neves, Arbo, Crescente o Slvaterra se pescan a través de las pesqueiras o pescos, unas construcciones de sillería en el cauce del río, que se cuentan por más de 200, y que forman una suerte de columnas entre las cuales se distribuyen los viturones o butrones.

Estos, que nada tienen que ver con el robo, son unas redes cónicas situadas entre los pasillos que forman las pesqueiras, aprovechando las corrientes que las lampreas utilizan para el remonte y que capturan allí al animal. Además de los citados pueblos a orillas del Miño, esta arte de pesca también se utiliza en el Ulla en A Estrada, Padrón y Teo, además de en Brión (en el Tambre), y en Noia y Outes, donde se las llama rodeiros.

Un sistema secular, gestionado por concesiones a familias, que basan parte de su subsistencia en este pescado y que también, tiempo atrás, estaban ligadas a señoríos y monasterios, como el de Santa María de Melón, donde los monjes arrendaban el derecho a pesca a los paisanos.

Cómo preparar la lamprea en casa

lamprea a la bordelesa receta cazuela arroz

Antes de iniciarse en la lamprea doméstica conviene haberla probado en restauración para saber a qué nos enfrentamos. Es un animal intenso, cuya textura está mucho más cerca de una carne que la de un pescado, razón también por la que los pudientes la consumían en épocas de Cuaresma.

Es potente, digamos que se podría asociar a una caza porque es muy frecuente prepararla a la bordelesa (con vino, especias y su propia sangre). Sin embargo, hay formas más sencillas de iniciarse en la hostelería con la lamprea como puede ser la lamprea rellena, en empanada o ahumada, que son más amables, sobre todo en el caso de las dos primeras.

También suele verse frita (harina, huevo y pasada por la sartén), solo que aquí se hace con la lamprea ahumada o guisada con fideos y judías verdes (también con la lamprea ahumada) o dentro del cocido, muy frecuente en la zona de Arbo. En cualquier caso, la lamprea ahumada -si la encontráis- es algo más accesible al paladar, por lo que es lo más indicado para iniciarse.

Si aún así nos ponemos en danza en casa, lo más sencillo es que la hagamos fresca, pero teniendo en cuenta una serie de pautas:

  • Escaldado y raspado: en una olla con abundante agua hirviendo escaldamos la lamprea en entero, para luego rasparla y quitar ese limo o baba tan característica.
  • Desangrado: este paso es importante que tengamos en cuenta si la vamos a cocinar a la bordelesa o no. Si es así, debemos tener un cuenco con vino o brandy donde echar la sangre para que no coagule.
  • Sujetar la lamprea por la cola y hacer un corte entre el segundo y tercer orificio, apretando desde arriba para que suelte la sangre.
  • Abrir la cabeza con un corte longitudinal para sacar la médula, que amarga el guiso.
  • Cortar de manera ventral toda la lamprea, extrayendo la tripa con la mano y suavidad, tirando en dirección a la cabeza.
  • Quitar vísceras, bastará con hacer un corte en la zona de los agujeros, quitando así pulmón, corazón e hígado.
  • Cortar boca y quitarle los ojos, si vamos a cocinarla con cabeza. Si no, podemos cortar la cabeza directamente.

Siguiendo todos estos pasos, ya tendríamos nuestra lamprea lista, que podríamos realizar a la bordelesa con esta sugerencia de Turismo de Galicia.

Dónde comer la mejor lamprea en España

lamprea ahumada rellena Es muy común ver la lamprea ahumada y rellena, como si fuera un embutido.

Galicia lleva la voz cantante en lo que a lamprea de temporada se refiere y son muchas las referencias donde encontrar buenas lampreas. En bordelesa, lamprea en timbal, empanada de lamprea, rellena, ahumada, guisada... Las opciones son casi eternas, pero vamos a 'conformarnos' con ocho direcciones donde tomar buenas lampreas. Tanto es así que aquí encontrarás muchísimas más referencias.

Chef Rivera, Padrón

Lamprea En Timbal De Chef Rivera Lamprea en timbal. ©Chef Rivera.

Toda una institución en Padrón, en pie desde 1975, donde el mando en plaza lo ejerce José Rivera, habiendo hecho coexistir el recetario gallego con interpretaciones francesas y donde también consagra un menú de temporada a la lamprea. De ella se puede gozar en bordelesa, en risotto o en la peculiar lamprea rellena de lacón con grelos.

Chef Rivera. Rua Enlace Parque, 7. 15900 Padrón (A Coruña). Teléfono: 981810413.

Casa Pazos, Arbo

De siete formas distintas se prepara la lamprea cuando es temporada en este tranquilo restaurante con hotel. Una propuesta tan honesta como hogareña en la que dejarse enamorar con la lamprea a la bordelesa, pero también con la opción a la brasa o en empanada.

Casa Pazos. Calle Pazos, 11. 36430 Arbo, (Pontevedra). Teléfono: 616 01 63 01.

Casa O Casqueiro, A Agreda

Rellena y a la bordelesa son de las paradas ineludibles para catar la lamprea de esta ilustre casa, muy cerca del propio Miño, que extiende la temporada de enero a mayo y que, por si alguno se quedase con hambre, también trabaja con mucha certeza la angula.

Casa O Casqueiro. Lugar Agrela, 21. 36458 A Agrela (Pontevedra). Teléfono: 986 63 90 18.

Casa Ramallo

Cuando España perdía Cuba y Filipinas, los Ramallo abrían este restaurante centenario, hoy leyenda, que regenta la cuarta generación de la familia y que también es una parada obligada si hablamos de lamprea. Guisada o a la bordelesa son magníficas opciones, y si uno viene en temporada de caza, descubrir el acierto con el que trabajan volatería y caza de pelo.

Casa Ramallo. AC-301 Km 3, Castro, 18. 15911 (A Coruña). Teléfono: 981 80 41 80.

O Eirado da Leña, Pontevedra

Iñaki Bretal conjuga tradición y modernidad en este icono contemporáneo de la cocina gallega, siendo uno de los grandes valedores del Grupo Nove, y demostrando también que hay nuevos aires para la lamprea, en este caso con un ahumado atípico, pero resultón, fiel al producto y a la herencia.

O Eirado da Leña. Plaza Leña, 3, 36002 Pontevedra. Teléfono: 986 86 02 25.

Casa Calviño

Menú degustación accesible a base de lamprea por 39 euros donde se tocan todos los grandes palos. Ahumada y rellena, en bordelesa, en empanada y en un curioso carpaccio de lamprea en escabeche que bien merece una reserva -o dos-, por si entre medias queremos también catar angulas.

Casa Calviño. Rúa Marquesa do Pazo, 34. 36440, As Neves (Pontevedra). Teléfono: 986 64 80 40.

A Mundiña, A Coruña

Silvia Facal es el nombre de la chef detrás de los fogones de A Mundiña, otro ejemplo de nueva cocina gallega a los que no perder la vista. Aunque hoy hacemos la parada para descubrir una bordelesa suave, con una lamprea tierna y jugosa, muy elegante, que acompaña de un arroz canónico y que demuestra que en las grandes ciudades también hay buenas lampreas.

A Mundiña. Rúa Real, 77. 15003 A Coruña. Teléfono: 881 89 93 27.

La Tacita de Juan, Santiago

No hace falta ser peregrino para alcanzar un jubileo gastronómico en La Tacita de Juan, otro de los referentes compostelanos, donde la lamprea también se deja notar cuando le llega la temporada y que aquí, con arroz y pan frito, se hace más que apetecible cuando el frío aprieta.

La Tacita de Juan. Rúa do Hórreo, 31. 15701 Santiago de Compostela (A Coruña). Teléfono: 981 56 20 41.

Burela, Madrid

Aunque el nombre de Burela nos traslada a lonjas atlánticas y a sus merluzas, en este restaurante madrileño, otro emblema de la gastromomía gallega y viajera, la lamprea hace acto de presencia cuando el primer cuarto del año llega. Imprescindible para calmar ansias culinarias gallegas.

Burela. Calle Nardo, 2, 28029 Madrid. Teléfono: 915 71 17 24.

Lakasa, Madrid

Lamprea Lakasa Lamprea a la royale, del restaurante Lakasa. ©Lakasa.

No hay milagro que no se obre por César Martín y su equipo en Lakasa, guisanderos de pro, que en Lakasa cuentan sus comensales por admiradores y casi fans. Aquí nos vamos a una lamprea a la royale, solo en temporada y con visos de cambiar cuando se 'cansen' de la receta, pero mientras tanto, no se pierda de vista.

Lakasa. Plaza del Descubridor Diego de Ordás, 1, 28003 Madrid. Teléfono: 915 33 87 15.

Imágenes | iStock / Lakasa / Chef Rivera

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Pez espada o emperador empanado a la plancha: receta sencilla para darle más sabor y jugosidad a este cómodo pescado

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Pez espada o emperador empanado a la plancha: receta sencilla para darle más sabor y jugosidad a este cómodo pescado

Puede que no tenga la fama de pescado refinado como otras especies, pero hay que admitir que el pez espada es una opción cómoda de preparar cuando no tenemos muchas ganas de complicarnos en la cocina. Lo más fácil es cocinarlo a la plancha, sin embargo, no es raro que quede algo seco y soso. Un empanado sencillo con aires italianos puede ayudarnos a darle más sabor y a obtener una textura mucho más agradecida.

Solemos designar indistintamente como pez espada o emperador a este gran pescado azul que generalmente se comercializa en filetes o rodajas limpias, aunque hay otro pescado que responde también al nombre de de emperador. Sea como sea, nos pareció que aplicar este empanado aderezado con queso, hierbas y limón, sería una buena forma de darle un toque más sabroso y de proteger un poco el interior de la carne, manteniéndola más jugosa.

Recordemos que se recomienda evitar su consumo en niños menores de 10 años y mujeres embarazadas por el contenido de mercurio, igual que sucede con especies como el atún rojo o el cazón. A partir de 14 años en la población general, no hay ningún problema en consumir emperador de vez en cuando como parte de la ingesta recomendada de pescado a la semana, procurando variar entre blancos y azules.

Ingredientes

Para 2 personas
  • Emperador (rodajas o filetes) 2
  • Pan rallado 150 g
  • Queso parmesano 30 g
  • Limón 2
  • Perejil
  • Pimienta negra molida
  • Sal
  • Aceite de oliva virgen extra

Cómo hacer pez espada o emperador empanado

Dificultad: Fácil
  • Tiempo total 20 m
  • Elaboración 10 m
  • Cocción 10 m

Dejar el pescado atemperar un poco fuera de la nevera, abriendo el envase en su caso. Secar con papel de cocina. Lavar y secar bien un buen manojo de perejil fresco (u otra hierba, como cebollino u orégano) y picar. Lavar y secar los limones.

Mezclar en un plato grande o fuente el pan rallado, el queso rallado fino, un poco de sal, pimienta molida, ralladura de limón y perejil. Pintar el pescado con aceite de oliva por ambas caras y rebozarlo, presionando bien por todos sus lados.

Emperador Empanado Pasos

Calentar una plancha o parrilla a fuego medio; cuando coja temperatura pintar con aceite y cocinar el pescado empanado hasta que quede bien dorado por las dos caras, unos 3-5 minutos por lado, según el grosor. Servir inmediatamente con más ralladura de limón y pimienta al gusto.

Con qué acompañar el emperador empanado

El pescado a la plancha admite multitud de guarniciones, más o menos contundentes según lo preparemos para el almuerzo o la cena, o dependiendo de nuestras necesidades energéticas. Para un menú ligero y sin complicaciones lo más fácil es acompañarlo con una ensalada de hojas verdes, espinacas baby, rúcula o buen tomate aliñado; también podemos preparar arroz blanco, patatas fritas, pisto o alguna verdura a la plancha como el calabacín. En días cálidos hace una gran pareja con sopas frías como el gazpacho, y con cremas calientes de verduras si el tiempo es fresco.

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Desde hoy llegan las sardinas a las pescaderías: comienza la campaña con más capturas, pues se está recuperando la especie

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Desde hoy llegan las sardinas a las pescaderías: comienza la campaña con más capturas, pues se está recuperando la especie

Ayer lunes 3 de mayo arrancaba la campaña de pesca de sardinas en España, que previsiblemente se extenderá hasta finales del mes de octubre, con diferentes tramos en los próximos meses. Tras años en los que preocupaba la amenaza de la especie, se ha constatado una recuperación notable que ha incentivado el aumento de los cupos de capturas.

En concreto, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación ha anunciado un cupo inicial provisional de 7.193 toneladas, con la posibilidad de pescar más los jueves y los viernes, y asignando el doble de cuota al Golfo de Cádiz que a los cerqueros del norte. Estas cifras se han establecido según la coordinación pesquera habitual con Portugal, fijándose en total una cuota conjunta de 21.472 toneladas.

En vistas a los últimos informes facilitados por el Consejo Internacional para la Exploración del Mar (ICES), que constatan la recuperación de la sardina en aguas europeas, ambos países han presentado un plan de gestión a aplicar entre 2021 y 2026, para poder incrementar las capturas progresivamente, y siempre en consonancia con los niveles de biomasa que se vayan constatando.

El año pasado ya se incrementó el cupo inicial fijado de la campaña en el mes de junio, cuando se aumentó a un total de 6.400.510 kg para España. Después de varios años de restricciones para intentar frenar la amenza de la especie, los datos recogidos por el ICES confirman la positiva recuperación de este pescado.

Pesca

Así pues, cuando estén disponibles los últimos informes científicos de estas semanas, no se descarta que las flotas pesqueras puedan elevar aún más las capturas permitidas de sardina ibérica a lo largo del verano.

Fotos | Pixabay - José Luis Cernadas
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Probamos la pasta del mar: el nuevo producto desarrollado por Pescanova y Ángel León que promete pasar la merluza por espaguetis

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Probamos la pasta del mar: el nuevo producto desarrollado por Pescanova y Ángel León que promete pasar la merluza por espaguetis

“Yo siempre he tenido miedo a las grandes compañías, pero me he sentido muy a gusto, porque hemos trabajado con naturalidad”, asegura Ángel León, el chef del tres estrellas Michelin Aponiente, que la semana que viene estará en todas las televisiones de España protagonizando el nuevo spot de Pescanova.

Es la primera vez que León protagoniza un anuncio, pero, explica, lo hace por una buena causa: que la gente coma más pescado. Es este el principal objetivo del producto que se ha presentado hoy, la pasta del mar, un procesado de proteína de pescado con forma de espaguetis y tallarines.

“Hemos conseguido una textura muy cercana a la pasta, queda al dente, se siente el mordente y no se aglomera”, asegura León.

Esta particular pasta, se vende refrigerada, lista para el consumo, y solo se tiene que calentar durante un minuto junto a cualquier ingrediente. Hay tres variedades: espaguetis de merluza, espaguetis de merluza con tinta de sepia y tallarines de salmón.

Y ¿de qué está hecho? “Tiene un 60 % de pescado y texturizantes naturales, nada raro”, asegura Miguel Ángel González, director de Marketing e Innovación del Grupo Nueva Pescanova.

La Pasta Del Mar

En la lista de ingredientes encontramos, en efecto, entre un 57 y 59 % de pescado, en su mayoría proteína de pescado, dependiendo del producto, a la que se suma, en pequeños porcentajes variables, la merluza y el salmón. El resto es almidón y clara de huevo, ingredientes responsables de su peculiar textura.

Estamos ante un producto rico en proteínas, muy bajo en grasas, sin gluten, y con pocos carbohidratos (en torno a 3 g por 100 g), sobre todo en comparación con la pasta convencional.

Espagueti Tinta Espaguetis de merluza con tinta, cocinados con ajo y guindilla.

No es pasta, pero se parece bastante

Desde luego, estamos ante un producto curioso. Pero ¿está rico? Eso hemos comprobado cocinando dos de los tres productos: los espaguetis de merluza y los de merluza en tinta de sepia.

Los espaguetis de merluza en tinta de sepia los hemos cocinado solo con un sofrito de ajo y guindilla, y los hemos coronado con un poco de queso parmesano rallado. Estaban ricos, aunque, quizás por el acompañamiento escogido, recuerdan más a las gulas que a la pasta.

Más versátiles nos han parecido los espaguetis de merluza, blancos, que hemos cocinado con una salsa casera de tomate (en la foto de apertura). Estos tienen un sabor más neutro, que recuerda solo levemente al pescado, y visual y organolépticamente son mucho más parecidos a los espaguetis, lo que puede ser recurso interesante para dar de comer a los niños.

Preguntada sobre si engañar a los niños es el principal reclamo del producto, Gemma Abujas, directora de Marketing de las categorías Pescado, Surimi y Transformados de Pescanova, asegura que tras las pruebas de mercado comprobaron que “le gusta a una gama muy grande de consumidores”.

La pasta del mar se puede encontrar ya en la sección de refrigerados del supermercado, en raciones individuales de solo 125 g.

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Cabracho, un pescado blanco de temporada al que sacar del clásico pastel: qué es y cómo cocinarlo

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Cabracho, un pescado blanco de temporada al que sacar del clásico pastel: qué es y cómo cocinarlo

Seguramente, cuando pensemos en cabracho, a la cabeza nos venga de forma automática la ya legendaria receta de pastel. Se la debemos a Juan Mari Arzak, que la convirtió en icono culinario en los años 70, y de la cual se pueden dar muchas vueltas.

Sin embargo, nuestro querido cabracho, cuya amplia temporada de pescta se extiende desde primavera hasta los meses de noviembre y diciembre, tiene más posibilidades en la cocina que acabar convirtiendo su carne en ese untable sabroso, a veces viejuno.

Darle vida en la parrilla es sencillo, igual que convertirlo en un guiso marinero, aprovechando tanto su carne como sus espinas para dotar de sabor al caldo, sin olvidar otras soluciones como sus propios lomos cocinados a la plancha, directamente cortado en rodajas o prepararlo entero al horno.

Por eso, hoy nos vamos a meter mano al cabracho, demostrando que no hay que tener miedo a sus espinas o a su feo aspecto -es innegable que guapo no es- para atrevernos a sacarle todo su sabor, que es mucho, y aprovechar un buen precio -en comparación con la alta nobleza marina- en todo momento.

Qué es el cabracho

Lo que entendemos por cabracho es, generalmente, el denominado Scorponidae Scrofa, y al que a lo largo y ancho de España encontraremos bajo diversas denominaciones: itxaskabra o krabarroka en Euskadi, escórpora en Cataluña, cap roig en Balares, aunque en Ibiza se le suele llamar roja.

Así todo el litoral lo bautiza de una forma, tomando en Murcia el nombre de gallina, rascasote para un cartagenero o rascasa en la costa alicantina. De ahí el salto a Andalucía, donde gallineta y rascacio son las acepciones más utilizadas, aunque científicamente la gallineta y el rascacio son dos escorpénidos diferentes al cabracho.

La subida por las costas gallegas lo alumbrarán como rascasote, ya llegando al tiñosu asturiano o a la denominación cabracho, también frecuente en Cantabria y Euskadi, que es la más aceptada a nivel global dentro de nuestro país.

Diccionario a cuestas, el cabracho es un escorpénido (por sus afiladas agujas, similares a las del escorpión) que habita semienterrado en fondos marinos rocosos, donde se esconde y camufla, principalmente por ser un mal nadador -no tiene vejiga natatoria-, alimentándose de moluscos y crustáceos, responsables en gran medida de su magnífico sabor.

cabracho gallineta rascacio pescado blanco de temporada roca

Apenas supera los tres kilos de peso en los ejemplares de mayor tamaño, siendo habitual que no lo veamos en nuestras pescaderías por encima de los dos kilos. Su carne es blanca, prieta y tiene un intenso sabor a marisco, gracias a esa dieta antes mencionada. Además, al ser un pescado blanco, tiene un porcentaje de grasa bastante bajo, por lo que es un pescado perfecto para cualquier tipo de dieta.

Físicamente no tienen perdida porque son rechonchos, de cabeza grande y ojos ligeramente saltones con una gran boca que llega hasta detrás de estos. Son de color rojizo o anaranjado, más rosados en el vientre y con una especie de barbillones en la mandíbula inferior.

Confundirlos en entero es muy complicado, más aún cuando prestamos atención a su aleta dorsal, surcada por 12 radios duros y 9 blandos -las famosas agujas del cabracho-, que actúan como defensa del pescado en su hábitat natural y que son venenosas.

En caso de que nos pinchemos en casa lo que debemos hacer es desinfectar la herida y luego sumergir el dedo en agua caliente (a más de 45 grados, durante más de treinta minutos) para que el veneno no se extienda. No es letal, ni mucho menos, pero es muy desagradable y produce hinchazón y prurito, siendo especialmente peligroso para los alérgicos.

Zonas de captura y la mejor temporada

El cabracho se pesca en todo el litoral español, incluyendo las costas canarias, además de en numerosos puertos de todo el Mediterráneo. También es frecuente en las costas atlánticas francesas y británicas, donde también encontramos al Scorpaena porcus (rascacio, también abundante en las costas andaluzas) o al Scorpaena notata (la denominada gallineta, igualmente habitual en los puertos andaluces).

En cualquier caso, las tres especies son gastronómicamente relevantes, pero es el cabracho el más sabroso de los tres, siendo generalmente más grande que el rascacio, que es más rechoncho y de tonos más ocres, mientras que la gallineta es más pequeña y tiene grandes ojos circulares.

cabracho gallineta rascacio pescado blanco de temporada roca En los puertos andaluces es habitual que exista una confusión entre escorpénidos como el cabracho, la gallineta y el rascacio.

La temporada, como hemos comentado, es muy extensa ya que se puede capturar desde primavera hasta invierno, gracias a los hábitos del cabracho: un animal solitario, sedentario y protegido entre roquedales marinos, por lo que es difícil de capturar. Aún así, es habitual que pueda caer en ciertas artes de pesca como el arrastre y el enmalle, de donde procede la mayor parte del cabracho comercial.

En cuanto a pesca deportiva, el cabracho también es accesible con sedal y anzuelo -pero no lo encontrarás así en tu pescadería, salvo en zonas de costa-, suponiendo un reto importante para el pescador porque son sigilosos y puedes necesitar mucho sedal para llegar a sus dominios. La ventaja es que es un pescado voraz, así que atiende a prácticamente toda carnada natural que le dispongas.

En cuanto a la temporalidad, los mejores son los de primavera y verano, que son también los que más cargados de grasa llegan, por lo que serán los más jugosos.

Propiedades y beneficios nutricionales

Si no nos convenciera solo su sabor, lo cual es raro, nuestro querido cabracho, fiel a su rutina de pescado blanco, también es un tesoro nutricional. Presenta un 19% de proteínas por cada 100 gramos de producto, todas ellas de alto valor biológico, por lo que nos vendrá bien en todo tipo de dietas.

cabracho gallineta rascacio pescado blanco de temporada roca Aunque la merma del cabracho es importante, sus espinas y cabeza se utilizan para hacer sabrosos fumets.

Su presencia en grasas es bastante bajas, por lo que también será un aliado de dietas en las que haya que vigilar los kilos de más, y es rico en otros micronutrientes como el fósforo y el potasio, habituales en los pescados y mariscos, que nos vendrán bien para fortalecer huesos, dientes y mantener un correcto equilibrio celular, así que no hay ningún problema para incorporarle a nuestra dieta.

Cómo preparar el cabracho en casa

Seguramente ya te habrás dado cuenta de que no es un pescado para novatos, ni tampoco un pescado children friendly, que diría un moderno, porque tiene muchas espinas y necesita bastante trabajo dentro de la cocina para purgarle de ellas. No es difícil de cocinar, pero sí es difícil de limpiar, por lo que nuestras recomendaciones es que lo dejes encargado al pescadero o que sigas alguna de estas pistas.

La forma más fácil de disfrutarlo es en lomos o filetes, reservando sus espinas para hacer caldos y fumets, que nos asegurará no encontrarnos espinas en la carne, ideal para recetas rápidas. Si aún así nos atrevemos a ir con él en entero, hay que tener en cuenta ciertos pasos.

  • Sujeta firmemente desde la parte del vientre y corta las espinas con una tijera, a ras de piel, desde atrás hacia delante.
  • Cortamos las aletas, tanto laterales como ventrales, también a ras de piel. Si lo vamos a consumir con piel, será el momento de desescamarlo, siempre a contrapelo.
  • Le quitamos las agallas, tal y como se ve en este vídeo.
  • Realizamos una abertura con las tijeras en la parte ventral, para eliminar las vísceras, que no queremos utilizar porque amargan.
  • Cortamos la cabeza, con un corte seco de cuchillo.
  • Si queremos sacar los lomos, buscamos la espina dorsal del pescado, yendo hasta el fondo con un cuchillo afilado y siguiendo las espinas para extraer cada lomo.

Con estas pautas, sabrás que podrás utilizar los lomos de cabracho para lo que quieras, bien sea marcarlos a la plancha, destinarlos al pastel de cabracho o freírlos. Por el contrario, si tu intención es hacer el cabracho al horno, a la sal o a la parrilla tendrás que seguir otras indicaciones.

cabracho gallineta rascacio pescado blanco de temporada roca La forma más fácil de consumir cabracho es en sus lomos, muy prietos y jugosos, que recomendamos cocinar en una plancha breve.

Si prefieras apostar por el horno, la mejor opción es, una vez descabezado y desespinado, cocinarlo boca arriba en el horno, abierto por el vientre. Si prefieres una parrilla, como vemos al besugo, al virrey o al rodaballo, conviene que prescindas de su cabeza, ya que se le saca más partido en el fumet.

Hay opciones de hacerlo frito en entero, aunque requieren maña, como sucede en Bar Carallo (foto inferior) o en Casa Marcelo, con una estrella Michelin en A Coruña, que le realiza un par de cortes laterales, lo sala, dejando que la sal penetre durante una media hora con el pescado en nevera.

De ahí lo enharina con harina fina de arroz y lo fríe en profundidad, después de quitarle ojos, agalla y boca al pescado, sirviéndolo en entero en la mesa. Como decimos, es una técnica que requiere cierta maña, pero que podéis emular en casa o, si no queréis complicaros, jugar con los lomitos fritos simplemente.

Lógicamente, otra de las grandes virtudes del cabracho se saca en las sopas (como la de pescado) y guisos, utilizando su carne, su cabeza y sus espinas interiores. Así surge la bullabesa, el suquet de peix o el caldero murciano, valiéndose de este intenso sabor. En cualquier caso, recordad que siempre será mejor añadir la carne al final de la cocción o fuera de ésta, con el calor residual, para mantener la mejor textura posible.

De ello nos habla Aitzol Zugasti, cocinero durante más de 20 años y ahora realizando asesoría y formación culinaria con AZ Gastronomía, que habla de esa carne interesante del cabracho. "Se puede añadir después a la sopa o al suquet, como hacen en Cataluña, pero cociéndolo con un poco de hervor unos cinco o siete minutos. No es como el bonito del marmitako, que se termina con el calor residual", explica.

En cualquier caso, recomienda también otras peculiaridades del cabracho, "más duro y más prieto, que es más difícil de coger el punto si lo comparamos con una merluza o un besugo". En cualquier caso, Zugasti recomienda también atreverse con el cabracho asado y nos da una clave: "abierto en libro, pero con la piel hacia arriba".

Para ello, aconseja tener a mano una sonda térmica para estar atentos a la temperatura interior del pescado. "Sobre unos 50 grados, y luego ya fuera le añadimos el típico refrito de aceite, ajo y vinagre", comenta y aporta otra clave: "El cabracho no se puede hacer demasiado porque si se pasa de punto, no tendrá esa gelatina natural y no podremos hacer la emulsión habitual".

Por eso, si tenemos un horno mixto, será más fácil recurrir a los pescados asados. "A unos 190 grados con horno precalentado y un 20-30% de humedad, en ocho o diez minutos tenemos el cabracho asado si lo cocinamos abierto en libro y la piel boca abajo", añade.

De ahí al refrito. "Aceite de oliva bien caliente, echamos una guindilla cuando tenga temperatura para que nos sirva de guía, después el ajo y echamos un chorro de vinagre al pescado", prosigue. "Si ligamos en la sartén esta emulsión, habría que bajar la temperatura", cuenta. Por eso, después de echar la ajada al cabracho, le damos una pasada de agua a la sartén para que no esté tan caliente.

"Echamos esa gelatina de nuevo en la sartén, con el ajo, el aceite y emulsionamos, como si fuera un pilpil, y no hace falta que tengamos el fuego encendido porque con el calor de la sartén vale", apostilla. De ahí pasamos a napar el pescado o incluso añadir una nuez de mantequilla, "como en un lenguado a la meunière".

Otra opción, quizá no tan frecuente, es recurrir al escabeche. "Al principio era un método de conservación, pero es también una técnica de cocina, no muy popular en Euskadi, pero a mí me gusta y es muy sencilla", indica. "Verdura en juliana, la que tengamos, una cebolla, una zanahoria, apio si quisiéramos, ajo, una hoja de laurel y aceite de oliva", inicia.

"Hacemos un sofrito para quitar el sabor a crudo, nada más que cinco minutos y si queremos, añadimos algún vino y lo reducimos [menciona txakoli, sidra u otro vino blanco] y añadimos vinagre de manzana, pimienta negra y clavo si queremos. Volvemos a reducir y añadimos el fumet del propio cabracho", continúa.

"Cuando esté a unos 80 grados, añadimos los lomos del cabracho y le damos algo de cocción, quizá uno o dos minutos, y cuando termine lo dejamos reposar en caliente, perfecto para comértelo al día siguiente", apostilla.

La receta del pastel o pudín de cabracho

cabracho gallineta rascacio pescado blanco de temporada roca El clásico pastel de cabracho, entrante habitual de todas las navidades.

Es un estandarte navideño y la receta que Arzak popularizó, de la que te traemos una versión para que emules en casa a voluntad -de forma más accesibles-. Solo necesitas un buen cabracho, una porción láctea que acabe ofreciendo esa textura cremosa que buscamos y unas buenas hortalizas para dar sentido al caldo, aunque también te vamos a dar unas pistas más.

  • Ingredientes para 4 personas. 800g de cabracho, 3 huevos, 3 barritas de surimi, 30ml de tomate frito, 1 pimiento del piquillo, 100ml de nata líquida, 10g de mantequilla, 1 cebolla, 1 puerro, 1 zanahoria, 1 hoja de laurel, 15ml de aceite de oliva, sal y pimienta al gusto.
  • Elaboración. Ponemos una olla con agua y sal a hervir. Le añadimos la cebolla, el puerro, la zanahoria, la cucharada de aceite y el laurel y cocemos durante diez minutos para preparar un caldo corto. Seguidamente echamos los pescados y los cocemos durante otros quince minutos. Los retiramos y les limpiamos de piel y espinas, desmigándolos con cuidado para otro recipiente. Debemos de obtener unos 400 gramos de carne de pescado limpio. Precalentamos el horno a 180 grados y enmantequillamos un molde de cake con la mantequilla para después forrarlo con papel de horno. En un recipiente añadimos el pescado desmigado, los palitos de surimi, el pimiento del piquillo, los huevos, la salsa de tomate y la nata. Batimos muy bien hasta formar una pasta fina. La añadimos al molde, alisamos su superficie y horneamos durante cuarenta a cuarenta y cinco minutos. Dejamos enfriar en la nevera durante un mínimo de dos horas.

Enlace directo a la receta completa | Pastel de cabracho

Imágenes | iStock

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Cómo hacer salsa bilbaína, el acompañamiento más fácil para realzar pescados blancos

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Cómo hacer salsa bilbaína, el acompañamiento más fácil para realzar pescados blancos

Un pescado preparado a la bilbaína, en ocasiones llamado también a la donostiarra, consiste en acompañarlo de una sencilla salsa que muchos califican como vinagreta caliente. Es una técnica muy popular en el País Vasco para realzar pescados blancos y semigrasos de primera categoría, como la merluza, el bacalao la lubina o el rodaballo, sin enmascarar su sabor ni restarle protagonismo.

Existen pequeñas variaciones sobre la receta básica, pudiéndose enriquecer con otros ingredientes como pimiento, y cada chef le dará su toque particular con una diferente proporción de los componentes esenciales. Es muy fácil ajustar la salsa al gusto o según el pescado en el que se vaya a emplear, y por eso es una de nuestras elaboraciones favoritas para acompañar un pescado de calidad en cualquier ocasión. Luce tan bien en fiestas especiales como en comidas de diario, y se preparar en pocos minutos.

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Los ingredientes básicos son ajos, guindilla, perejil, vinagre y aceite de oliva virgen extra. Se puede emplear guindilla fresca o seca, pero el perejil conviene que sea fresco, y el vinagre de vino blanco o sidra, aunque hay lugar para las experimentaciones con otros oscuros o más pronunciados.

A menudo la bilbaína se combina con la técnica del pil pil, y otras veces se utiliza como remate final de un pescado al horno. En su forma más simple, la salsa se prepara en primer lugar, se aparta y se reserva para verterla sobre el pescado justo al final su cocinado. Irremediablemente también nos recuerda al ajillo, o al aglio, olio e peperonccino de Italia.

Hay quien utiliza piparras o añade una entera o picada al refrito, y también es popular la versión enriquecida con pimentón, siempre añadido al final y ya fuera del fuego, para que no se queme. El punto del dorado del ajo se puede ajustar también al gusto, dejando los dientes confitados pero más bien blancos, o tostaditos y más crujientes.

Ingredientes

Para 4 personas
  • Diente de ajo bien frescos 3
  • Guindilla roja seca (o fresca) 2
  • Aceite de oliva virgen extra 100 ml
  • Perejil fresco (un manojo) 30 g
  • Vinagre de vino blanco o sidra 50 ml
  • Pimentón dulce o picante al gusto (opcional)

Cómo hacer salsa bilbaína

Dificultad: Media
  • Tiempo total 15 m
  • Elaboración 5 m
  • Cocción 10 m

Lavar y secar bien el perejil, retirando las hojas de los tallos, y picar más o menos fino, al gusto. Reservar. Pelar los ajos y filetear en láminas no excesivamente finas. Cortar las guindillas en aros.

Disponer los ajos en una sartén, añadir el aceite de oliva y calentar a potencia media-suave. Cocinarlos ligeramente, y cuando empiecen a coger color, añadir la guindilla.

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Mantener la cocción controlando la temperatura para que el ajo no se queme. Retirar, añadir el perejil y esperar a que se enfríe un poco antes de añadir el vinagre y el pimentón opcional. Mezclar bien, emulsionando la salsa con movimientos de vaivén en la sartén.

Otra opción es marcar primero el pescado en la sartén, especialmente si se usa una variedad semigrasa o con abudante colágeno en la piel como el bacalao, para aprovechar sus jugos y proteínas en el refrito.

Volver a calentar, si se ha enfriado, antes de servir sobre el pescado terminado de cocinar a la parrilla, horno o plancha, o agregar sobre este antes de la cocción final en el horno, que debe ser breve para que no se queme.

Con qué acompañar la salsa bilbaína

Tal y como mencionábamos al principio, la salsa bilbaína se emplea tradicionalmente para acompañar pescados blancos o semigrasos, cocinados a la plancha o al horno, sin rebozar. Son clásicas la merluza de pincho, el bacalao, la lubina, la dorada, el rape o el rodaballo, si bien también se puede usar en especies más modestas como la mojarra, el sargo o el congrio, o unas gulas.

Para completar el plato, se pueden preparar unas patatas panaderas, asadas o cocidas, y también le van muy bien los pimientos fritos o en formato ensalada de asadillo. Aunque no es una salsa con tanta sustancia como el pil pil más puro, su intenso sabor pide tener a mano algo de pan para rebañar.

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